El pasado lunes 13 de junio:

Arturo Cariceo dictó conferencia a estudiantes de la PUC

En torno a sus obras invisibles giró la conferencia que el artista y académico del Departamento de Artes Visuales, Arturo Cariceo, dictó el pasado 13 de junio en dependencias de la Escuela de Arte de la Pontificia Universidad Católica de Chile, luego de que Pedro Celedón lo invitará a realizar dicha actividad en el marco del curso "Problemas del Arte Contemporáneo" que imparte en esa casa de estudios. Como cuenta Arturo Cariceo, esta invitación surgió mientras él estaba a punto de iniciar su última Obra Invisible, "la puesta en escena de 'Cementerio de Automóviles' de Fernando Arrabal, una importante pieza teatral donde tuve el privilegio de trabajar con la asistencia poética del mismísimo Arrabal y la de Fernando Castro Flórez".

Fue en ese contexto que recibió la llamada de Pedro Celedón, académico de la PUC a quien Arturo Cariceo conoció hace casi veinticinco años. "Pensé que no era lo mismo hablar de Obra Invisible con alguien que conozco hace unos años o una década, que hacerlo con quien me conoció al comienzo de toda mi aventura", explica este artista, agregando que "el reencuentro con Pedro y la comparecencia ante sus estudiantes lo interpreté, en cierto modo, como el resultado de lo consecuente que he sido con mi proyecto desde la adolescencia. Sería entretenido ver si mis recientes obras 'Bienal de Venecia en el Exilio', 'Premio Roma que no lleva a ninguna parte Avelino Salas' o la 'Convocatoria del Masturbatorio 19 para un Concurso de Arte con los resultados arreglados de antemano' estaban dialogando con las primeras Obras Invisibles de 1987".

Y es que la historia de sus Obras Invisibles se remontan a fines de la década de los ochenta, periodo en que Arturo Cariceo decidió dedicarse a producir una Obra Invisible, repitiendo por noventa años un cuadro inconcluso titulado Fuckin'Marcianos y que ha realizado bajo el alias de Loyola Records. De allí que este académico del Departamento de Artes Visuales haya centrado su conferencia en tres aspectos fundamentales de su obra: la relación de sus tópicos y topónimos artísticos (Obra Invisible, Neopompier, Indi) con la economía monetarista de Milton Friedman; su divergencia referencial con el arte chileno desde la "visualidad" de Huidobro, Los Mandrágora y Los Quebrantahuesos; y, por último, la persistencia de las contraculturas en la ubicuidad telemática.

¿Qué otros temas surgieron en el marco de esta conferencia?

Inevitablemente, surgieron otros temas colaterales dado que mi presentación fue participativa. No mostré ninguna imagen aunque el "salto del tigre" benjaminiano me llevó a rememorar mis andanzas previas a internet, ese período loquísimo con los reproductores caseros de video y de audio, los faxes y las contestadoras telefónicas. Sin ellos no se explica cómo llegué al mundo de las páginas web o del por qué prescindo de museos, galerías, festivales, intervenciones públicas y convocatorias varias. Se leerá pedante, mi ánimo no es ofender a nadie, pero sin ser rico ni libertino no necesito del circuito. Algo, por lo demás, que tengo muy claro desde estudiante.

Desde un inicio precisé que, para mí, un artista no crea artefactos sino experiencias artísticas, donde deben converger cuatro "culturas": la docta, la popular, la profesional y la amateur. Desde esa convergencia abordo la globalidad artística pero interpelándola desde lo local sin negar lo regional. Del mismo modo, enfaticé lo importante de mantener una independencia absoluta del circuito, en todo sentido, lo que plasmo en los requisitos que debe cumplir una Obra Invisible para que sea tal.

¿Cómo fue la recepción del público asistente y qué fue lo que más interés despertó entre los estudiantes?

Noté que tres ideas-fuerzas quedaron dando vueltas en el ambiente mientras exponía: por un lado, mi énfasis en los prejuicios que tornan invisibles a personas, cosas y experiencias, luego los modos de cómo articulo el concepto de lo incompleto para abarcar la espacio-temporalidad del acto creativo y, por último el papel clave que le asigno a la Antipoesía y los Artefactos de Parra, el Homenaje a Tarzán y don Gerardo de Pompier de Lihn y las experiencias Pánicas de Jorodowsky en la constitución de una visualidad artística realmente contemporánea en Chile. También sentí la empatía de ellos cuando apelé a que debemos abrirnos a subvertir el arte chileno actual con la misma actitud díscola que tuvo Juan Luis Martínez o con el humor crítico de un Rodrigo Lira cuando participó en un programa de concursos televisivo o cuando entregó a Lihn su novela La orquesta de cristal corregida. Una lucidez genial que encuentro ausente en la gravedad solemne de nuestras artes visuales.

Les llamó la atención cuando precisé que no existe una totalmente Obra Invisible porque una obra de este tipo puede llegar sólo hasta un 99.9 por ciento de invisibilidad. ¿Cómo es eso?, me preguntaron. Bueno, respondí que lo invisible es resultado de nueve variables, cada una con un valor de un 11.1%.  De ahí se las enuncié, una a una: 1) irreductible a valor de uso y cambio; 2) ser fome; 3) no convencer; 4) no convertir; 5) no pretender originalidad; 6) no satisfacer demandas ni necesidades de la oficialidad; 7) no satisfacer demandas ni necesidades de la oposición; 8) no satisfacer demandas ni necesidades de la disidencia y; 9) evitar lobby y networking. Obviamente, ejemplifiqué los casos, la recepción fue acogedora y nos reímos mucho.

Como artista y académico, ¿qué importancia ves en este tipo de actividades?

Resultará absurdo lo que te digo pero lo que se hace mediante este tipo de actividades es reinsertar a los artistas al arte. Qué te quiero decir, bueno, que los artistas se preocupen más de los mundos propios y que no terminen como remedos de la academia donde estudian, como lo es todo el arte chileno contemporáneo. Es una lata que el contexto artístico chileno sea academicista, lo que siempre he llamado neopompier. Un ejemplo, si quieres ser artista y no pasaste por la universidad, olvídate. Eso es dramático. Si alguien te pregunta o te da por largar los grados académicos pagados que tienes y cuántos fondos concursables tienes "ganados", eres lo más neopompier que hay.

Por eso, la actividad propuesta por Pedro Celedón era una buena oportunidad para remirar el desgarro que te puede provocar nuestro contexto artístico. Sólo si quieres constatar la sobreteorización, el rebuscamiento expresivo y comunicativo, el coleccionismo precario, la ausencia de mercado y el mercado transferido a la educación. Creo que los asistentes entendieron que si eres artista y esto te conmociona, bueno, entonces hay que ponerle tesón, pasión y coraje al propio hacer. Pero no cualquier hacer, obviamente. En la medida que te preguntas por el sentido de dicho hacer, el artístico, éste deviene en un hacer reflexivo y todo hacer reflexivo en cuanto tal, termina siendo crítico. Aunque no lo quieras. Una de esas maravillosas paradojas que otorga el arte actual y el de todos los tiempos, también.

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