"50 años, 50 voces" | Fernando Carrasco, académico

En la madrugada del 11 de septiembre desperté como a las seis de la mañana porque se sentía todo muy extraño. Prendimos la radio y ya estaban saliendo millones de informaciones que decían que se estaba fraguando un Golpe de Estado y todo lo que estaba pasando con el movimiento de las tropas. Entonces, desde Erasmo Escala con Bulnes, que es donde estaba el Pensionado de Nuestra Facultad, escuché por la radio a pila al presidente Allende, quien habló y dijo que todos debían ir a sus lugares de trabajo o de estudio de manera pacífica, así que yo me desplacé inmediatamente a mi Facultad, me vine para acá, y pasé acá en la Sede Compañía todo el Golpe. Creo que éramos unas cincuenta personas las que estábamos en la sede cuando comenzó el bombardeo. Nos fuimos al subterráneo, lo que hoy es la sala Elefante, que en ese momento era la sala del coro, y ahí pasamos todas esas horas juntos. Me acuerdo que las personas del casino ayudaron, bajaron lo que tenían arriba y almorzamos todos reunidos. Estábamos en esta sala en el subterráneo, y desde ahí escuchamos una quebrazón de vidrios en las puertas de entrada a la Sala Zegers. Entraron dos personas. Tengo entendido que eran de Carabineros, pero en ese momento parecían seres extraterrestres porque la vestimenta que tenían yo nunca la había visto. Además, andaban con unas armas, unas metralletas que eran impresionantes. También andaban con una especie de escafandra para los gases. Sus caras no se veían, estaban totalmente blindados. Bajaron esos dos y nos hicieron salir al pasillo. El subterráneo es súper oscuro y por eso estaban las luces prendidas, pero alguien por los nervios se echó para atrás y apagó la luz. Yo pensé que íbamos a morir porque ellos podrían haber pensado que les queríamos hacer una trampa. Deben haber pasado como dos segundos y el profesor Luis Merino, que en ese momento fumaba, prendió rápidamente su encendedor. Como es tan oscuro abajo, todo se iluminó y se vieron las caras de terror que teníamos. Alguien inmediatamente volvió a prender la luz. Después de eso, no nos preguntaron nada, no nos hicieron absolutamente nada, se dieron media vuelta y se fueron. Nos dejaron ahí y empezaron a correr por los pisos hacia arriba. En ese momento logramos entender que estábamos entrando en un mundo que nunca habíamos visto.

Fernando Carrasco, académico de la Facultad de Artes

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