"50 años, 50 voces" | Jorge Martínez académico

El 11 de septiembre de 1973 yo era estudiante de economía y vicepresidente del centro de estudiantes en la escuela de Economía Política, sede Norte. La escuela tenía un pensamiento de economía política marxista, así que prácticamente cerró cuando llegó el golpe. Ese día me junté con un grupo de estudiantes de la facultad y fuimos a la escuela de Ingeniería, en Beauchef, porque ahí nos íbamos a juntar según las instrucciones que había dado la Fech. Llegamos unos mil doscientos estudiantes, que nos dividimos en brigadas de diez o doce. Nos quedamos ahí como hasta la una de la tarde, cuando nos dijeron: o salen de acá o los vamos a bombardear. Ya sabíamos que habían atacado la Universidad Técnica, así que los dirigentes de la Fech de ese momento decidieron que nos dividiéramos: las brigadas pares se quedaban ahí y las dispares se iban a sus casas. A nosotros nos tocó irnos, y nos fuimos a una casa que era de seguridad, una figura que le inventamos porque en realidad era una casa cualquiera. Ya había toque de queda y, en la medida que atravesábamos Santiago, veíamos que los trabajadores de los distintos lugares iban siendo sacados y tomados prisioneros, con mucha brutalidad. Yo tenía un pequeño revólver 32 y, como era partidario del gobierno, decidí que era el momento de usarlo en caso de ser necesario, de modo que lo llevé cuando fui a la Escuela de Ingeniería. La verdad es que yo todavía me pregunto qué pensaba hacer con eso, pero bueno, tenía 19 años. Iba caminando por la calle con otros colegas, con el revólver en la mano, tomado debajo de la chaqueta, y muy preocupado porque había allanamientos y bloqueos en todas partes. Así fue mi camino hasta esa casa, que era de un familiar de unos de los chicos que estaba conmigo. Cuando llegamos, hicimos pan, y a eso de las ocho, nueve de la noche, cuando íbamos a tomar once, vimos a unos carabineros caminar por la calle. Nos pareció raro y le pedimos a unos compañeros que salieran al antejardín, como pololos, a ver qué pasaba. Entraron gritando: nos allanan. Detrás de ellos venía un pelotón de carabineros, con armas, apuntándonos. Corrí hacia la pieza de atrás, donde había una pistola, y la tenía en la mano cuando entraron dos carabineros. Recuerdo que miré a uno a los ojos. El tipo portaba un fusil, lo tenía con una bayoneta, y yo podía ver cómo la bayoneta le temblaba en las manos. En eso entraron otros carabineros que, al ver esto, dijeron este huevón está armado, y empezaron a golpearme. Nos tomaron a todos los que estábamos ahí, nos golpearon, nos sacaron de la casa, nos pusieron de boca en la calle y ahí nos dimos cuenta de que era un bus entero, que eran como treinta o cuarenta policías, y que habían puesto una ametralladora frente a la puerta. Les escuché decir que no nos iban a llevar a ninguna parte, que nos matarían ahí mismo. Nos patearon de manera muy violenta, pero yo estaba tan nervioso que ni lo sentí. De ahí nos llevaron a la comisaría que queda en Hamburgo con Irarrázaval, así que prácticamente a las diez de la noche del día 11 de septiembre yo ya era un preso político. Como a los dos o tres días, nos llevaron al Estadio Nacional en una micro de recorrido común, nosotros en el suelo y ellos parados sobre nuestra espalda. Estuve preso hasta inicios del 74 y después salí con arresto domiciliario, pero habían reventado mi casa porque mis padres eran funcionarios de gobierno, así que no tenía dónde realizar arresto domiciliario. A esa altura lo único que me quedaba era irme; salí rumbo a Argentina y de ahí tomé un barco hacia Europa. Volví veinte años después. 

Jorge Martínez, académico de la Facultad de Artes

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