"50 años, 50 voces" | Patricia Castro, académica

La mañana del 11 de septiembre de 1973 lo único que yo quería era venir a la facultad, juntarme con mis amigos a conversar y esperar el desarrollo de los acontecimientos con alumnos, funcionarios y profes, todos juntos. Pero mi madre no me dejó salir porque era muy peligroso, los tanques, los bombazos. Bueno, ya sabemos cómo fue todo eso, en casa escuchamos también el discurso de Allende, aquel de las grandes Alamedas. Todo era muy terrible, muy doloroso. En el Centro de Estudiantes yo tenía muchas amigas y amigos, había un enorme compañerismo, me moría por verles pero mi casa había sido marcada. En el barrio señalaban las casas de izquierda, las casas donde vivían familias de izquierda. La mía era una casa muy amplia, estaba situada en las inmediaciones de la Gran Avenida, las murallas eran de color blanco y fue allí donde estamparon la seña. Al cabo de un tiempo me enteré de que había sido expulsada de la facultad. Hubo un decreto -el Nº968- emitido por la Universidad de Chile en el cual se instruía sumario y se explicaba la medida de expulsión de varios alumnos entre los cuales estaba yo. A raíz del decreto, no pude volver a la Universidad. Me dirigí un día al Diego Portales para ver si podía apelar, hacer algo, pero me dijeron que no, que con los militares no se podía. La expulsión se debía a que en la facultad circulaban listas en las que se indicaba quienes eran de izquierda y quienes no lo eran. Y yo era de izquierda, lo que en tal caso no dejaba de ser cierto. ¿Qué voy a hacer? ¿Qué será de mi pasión por el piano? Di un concierto con obras de compositores franceses, me escucharon diplomáticos de la embajada y me extendieron una beca para irme a estudiar a Francia. Fue lo que hice; luego pedí una beca a la embajada polaca en París, gané y estudié en la Academia de Música Federico Chopin en Varsovia. En París estudié en la Escuela Normal y en el conservatorio europeo de París, donde aprendí estilo, historia, ética y estética. Finalmente adquirí la ciudadanía francesa, me quedé allá y en el 2002, después del atentado contra las torres gemelas, decidí regresar a mi país y logré, por fin, entrar a la facultad que tanto quería y de la que había sido expulsada.

Patricia Castro, académica de la Facultad de Artes

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