"50 años, 50 voces" | Silvia Sandoval, académica

El martes 11 de septiembre partí muy temprano hacia la Universidad Técnica del Estado, mi lugar de trabajo, pues debía dar un concierto, dirigiendo al Coro "Química Industrial" de la UTE. Ese mismo año 1973, estaba cursando el Ciclo Superior de mi carrera de Piano en la Facultad de Artes de la Universidad de Chile y paralelamente formaba parte de la Unidad de Extensión Universitaria de la UTE, a la que pertenecían Víctor Jara, Inti Illimani, Quilapayún, Ballet folclórico, Teatro TEKNOS y mi coro, integrado por estudiantes de la carrera de química industrial. Tenía que estar a las nueve de la mañana. Tomé la micro y ahí escuché decir que se suspendían todas las actividades oficiales, no entendí bien de qué se trataba y llegué a la UTE donde debíamos actuar. Cuando iba llegando a Extensión Universitaria desde la calle, veo salir a Octavio Cortés, quien organizaba el concierto que debía dirigir. Me mira y me pregunta si acaso no me enteré de que había golpe de Estado. Quedé helada; según Octavio, militares acababan de ametrallar en el baño al fotógrafo nuestro, a quien yo cariñosamente le decía “Che Guevara” (porque llevaba el pelo largo y usaba una boina). Me recomendaron que saliera de inmediato de la UTE. Regresé caminando aterrada, por detrás de la universidad hacia Av. Portales, con sigilo y a momentos, corriendo. Llegué a mi casa agotada y angustiada. Mi madre estaba desesperada porque mi hermano mayor que trabajaba en una empresa grande ubicada en San Diego con la Alameda, casi al frente de La Moneda, no había regresado. No lo hizo hasta la noche siguiente, pues habían dado la orden de que nadie se moviera de allí por seguridad. Una vez en mi casa, empecé a comprender la gravedad de lo que estaba ocurriendo. Uno de mis hermanos menores, estudiante de Química en la UTE, vio cuando al Rector Kirberg, a quien apreciábamos tanto, los militares, al mando de Eugenio Reyes Tastets, lo sacaron violentamente de rectoría. ¡Le habían pegado!. ¡Horrible, doloroso!. ¡Qué impotencia! Reyes Tastets fue el primer “rector delegado” en dictadura: siniestro. A las 15 hrs aproximadamente, desde mi departamento alcanzaba a ver el bombardeo, el paso de los Hawker Hunter, apuntando a La Moneda, sin dejar de preguntarme cómo de un momento a otro un país democrático estaba sufriendo este horror. Los aviones rugían, parecía que iban a demoler todo el centro, con mi hermano y un primo que trabajaba en el SII allí en medio. Tenía la sensación de que todos íbamos a morir. Después comenzó el toque de queda, ya no se podía salir, no existían los celulares, los teléfonos no funcionaban y, para colmo, alcancé a enterarme que unos primos, asesores del Presidente Allende, se tenían que ir del país de inmediato sin que tuviéramos ya la posibilidad de verlos. La muerte de las personas comenzó a conocerse más tarde, no a través de las noticias oficiales, sino que nos iban llegando de primera fuente, como en el caso de una niña del coro, a quien le habían matado al pololo. Un dolor tremendo, todo empezó a cambiar, todo se volvió angustioso. A la semana me enteré que habían asesinado a Víctor Jara, preso y torturado en el Estadio Chile. En la Facultad estudiábamos piano con doña Flora Guerra, tres amigas inseparables: Patricia Castro, Ariadna Colli y yo. Ariadna era hija del director del diario El siglo, desapareció ese día; Patricia lo mismo, tuvo que salir al exilio. Pasaron los años y un día me encontré con Ariadna, de quien no sabía si estaba viva o muerta. Jamás olvidaré el abrazo que nos dimos. Paty volvió del exilio, después de 30 años en Francia, otro abrazo interminable y emocionado. El exilio le afectó demasiado. A pesar de la vuelta a la democracia, las puertas de la facultad no se le abrieron y le costó una enormidad volver a integrarse a la universidad. Estos hechos me molestan hasta hoy: esa falta de respeto, injusticias, mediocridad, realidades que ocurrían en dictadura y desde esa perspectiva siento que ésta todavía permanece, porque con posterioridad al golpe, surgió una nueva dictadura, en personas que se decían contrarias a éste, y que, sin embargo, asumieron conductas dictatoriales desde sus cargos, afectando a sus colegas. La dictadura modificó las mentes de muchos de nuestros compatriotas.

Silvia Sandoval, académica de la Facultad de Artes

Compartir:
https://uchile.cl/a210169
Copiar