“Chile es una gran Deuda, Chile se debe así mismo, Chile se roba y se miente, Chile olvidó a los que ya no están, a los que desaparecieron, a los que no tienen voz, a los que vienen. Chile se dice llamar país y ni siquiera ha reconstruido el sentido de pueblo. Esas fueron las unidades de registro autobiográficos que rescaté en la calle, siendo el motor de la obra”, cuenta el bailarín al referirse a su obra Deuda, con la que durante el año pasado fue nominado al premio a las Artes Nacionales Altazor, como mejor bailarín y que presentó en el Festival de Dirección Teatral 2013, obteniendo tres galardones: premio a mejor composición musical, mejor interpretación, y mejor obra.
¿Qué buscaste mostrar con la obra “Deuda”?
Siempre me he preguntado en la práctica ¿cómo y para qué hago aquello que hago? Me propuse entonces poder extender la mirada sobre los elementos que artículo y proyecto, encontrándome siempre en un lugar de cruces disciplinares que me invitan a ampliar el campo de exploración e investigación para la escena. Esta obra de la cual soy interprete y director, contempla una mirada abierta respecto a los recursos escénicos que la conforman, siendo un trama complejo entre danza, teatro, canto y audio-visualidad, reunidos con la idea de poder sostener a un cuerpo sensible y atento en cómo acciona e inscribe su dramaturgia corporal para construir ese sentido ¿Cuál es ese primer sentido? El que encarna un cuerpo modelado por un contexto político, social y cultural.
¿Cómo comenzaste a trabajar en la obra?
Me pregunté ¿Cuál es el cuerpo de Chile? ¿Cómo podría la gente materializar la idea de Chile en su propio cuerpo? ¿Se distancian acaso de ello, o se reconocen en un ejercicio de pensamiento, preguntándose sobre quiénes somos? Entonces salí a la calle y le pregunté a la gente: Si yo te digo “El cuerpo de Chile” ¿Cómo me lo representarías con el cuerpo? Abriendo ese espacio para que el entrevistado, me mostrara con un gesto, una palabra en el cuerpo, una danza pequeña, pequeños y grandes movimientos, de forma totalmente libre. Me sorprendió ver sus reacciones, el cómo se hacían parte de esta dinámica. La gente en Chile desea hablar, decir lo que le pasa, lo que le conmueve, evidenciando en todo esto el desplazamiento del cuerpo como materia sensible; la estandarización de los modelos sociales; la imagen por sobre la naturaleza; la dominación del cuerpo por otro; la represión del cuerpo, el dolor y cansancio; el estereotipo, la identidad del latinoamericano.
Deuda es una obra que toca muchos temas y evoca una multiplicidad de sentimientos. ¿Cuáles dirías que son los que principalmente guían la obra?
Al recoger veinte apreciaciones en la vía pública (más la de un violinista callejero quien desestructuro el himno nacional a mi pregunta), me percaté que todas las expresiones y comentarios convergían en un Chile carente, que se debe así mismo de forma sorprendente. Vivimos en un Chile muy desigual. La cultura es el estado de ánimo de los pueblos, y creo sentir que vivimos sumidos en un estado de decepción y cansancio constante. Deuda presenta una lucha de fuerzas constante, a veces algo violenta. También, existe un intercambio entre dos cuerpos que al mismo tiempo representan varios cuerpos, se juega sobre el rol de la violencia, queriendo sostener la constante tensión entre los intérpretes.
¿Por qué en tu obra quisiste plasmar la visión de nuestra sociedad sobre Chile?
Entendiendo al cuerpo como un constructo social primeramente, hay un lugar en que este se inscribe en el espacio como una construcción simbólica de condición cultural, es decir; el ejercicio de “hacer” obra, es solo un mecanismo para poder abrir una reflexión acerca del cuerpo social que habito, que identifico como individual respecto a una colectividad que me afecta, potencia o simplemente vinculo, pero por sobre todo que existe. Somos materia inagotable de prácticas sociales. El interés por querer observar al cuerpo, ser testigo de cómo el transeúnte (entrevistados de la vía pública) construye un lenguaje a través del movimiento, expone ante mí la mirada de un cuerpo fragmentado, impotente, incapaz, de movilidad reducida, encriptado en un mínimo espacio de reflexión, y es allí donde aparece “Lo social”. Por consecuencia, un lugar que existe y se relaciona con nosotros de forma inherente en cada acción que hace el ser humano -que no lo vemos o no reconocemos- es en esa dimensión de lectura donde el cuerpo dice y dice pura verdad. Porque el cuerpo, nunca miente.
Con respecto al Festival de Dirección Teatral 2013:
¿Qué te llevó a participar en este Festival?
Me pareció interesante poder situar mi realización bajo el marco de un festival enfocado en el encuentro de artistas emergentes de la dirección escénica. Siempre instancias de este tipo reflejan el espíritu con que se construyen y dan forma a ideas, evidenciando un estado actual lleno de inquietudes propias de una generación. Bajo mi parecer “Deuda” es una obra que se sostiene desde lo “Teatral”, pero que primeramente posiciona al cuerpo y su movimiento como eje transversal del guión. Anteriormente ya se había presentado en festivales y encuentros de Teatro, no obstante nació de la danza y el estudio del movimiento de los cuerpos como base y eso me motivo a presentarlo en este festival.
¿Cómo te sentiste con el formato y los requerimientos que te pidieron para participar?
Respecto al formato me pareció muy interesante. Esta obra ha sido presentada en festivales de teatro anteriormente (Festival de Teatro Internacional de Santa Cruz de la Sierra-Bolivia; Festival Theatre Accroche Coeurs, Angers-Francia; Festival Santiago a Mil 2013) y me parece fundamental poder darle el desarrollo a la obra en el tiempo que esta amerita, para poder seguir creciendo, generando nuevos puntos de interés en ella y en definitiva seguir fortaleciéndola. Los requerimientos para llevarla a cabo siempre fueron los óptimos, el Centro Cultural de España (CCE) contaba con todo lo necesario para que se presentara. El contexto del Festival siempre lo relacionó con una idea de encuentro y para mí la necesidad primordial de mi parte es y seguirá siendo compartirla en las más diversas audiencias.
En general ¿Cómo calificas la producción y el desarrollo del Festival?
Las nuevas generaciones empujan nuevos intereses por construir y re-significar ese sentido de lo “Teatral”. El que Deuda fuera seleccionada dentro del programa del Festival, me llevó a visualizarlo como una apertura para generar espacios propicios donde se instale la reflexión de nuevos formatos escénicos. La producción estableció todo lo necesario para llevar a cabo la realización, otorgando un espacio y organización adecuada para poder presentar un buen trabajo y en las condiciones que se necesitaban. Particularmente me llamó mucho la atención la cálida recepción del público, siempre ha sido bien recibida, pero sin duda denoto que muchos de los espectadores se encontraron con un formato nuevo, distinto o muy particular de ver teatro respecto a la obra y género. Siempre esto de Danza-Teatro-Teatro del Cuerpo- Teatro físico, son expresiones poco profundizadas, o se desconoce mucho sobre estas.
¿Qué te parece que el Magíster en Dirección Teatral de la U. de Chile desarrolle estas instancias de participación y muestra de la dramaturgia chilena?
Me parece muy importante, y más aún, el que los formatos dramatúrgicos sean variados. En mi caso, ese guión coreo-dramatúrgico inscribía en el espacio un lugar desde el cuerpo y el sonido por sobre el de las palabras. Insisto que los nuevos directores, nuevos intérpretes, nuevos posicionamientos de la escena actual, entrelazan y dan vida constante a nuevas formas de hacer y relacionar los factores que hacen posible esto que llamamos “La escena” y cómo eso se transcribe. Lo que hace interesante volver a observar y reposicionar los lugares desde donde nos reconocemos y analizamos como artistas escénicos. Creo fundamental poder abrir aún más discusión sobre aquello, sobre el cómo se hace lo que se hace.
¿Qué significó para ti ganar dicho Festival?
Me puso muy contento haber compartido escenario con tan destacados directores emergentes con mucho que decir. "Deuda" obtuvo tres galardones: mejor composición musical, mejor interpretación y mejor obra lo que me puso contento. Esta obra se construyó a pulso, sin ningún financiamiento. No dejo de agradecer a mis compañeros que hicieron posible que este proyecto esté vivo. Me sentí reconocido por mi trabajo como creador e intérprete, en un medio que no conocía, o conocía muy poco. El Teatro, la Danza y su multiplicidad de dimensiones aún tienen mucho que conversar, aunar ideas, compartir visiones del cuerpo. El ser humano debe ser constructor propio de un lenguaje significativo a través del movimiento; estructurar un propio discurso; decir desde su cuerpo; ponerse en presencia; no regirlo únicamente a formalidades para representar. Me llama profundamente la atención el lugar que ocupa el cuerpo en algunas formaciones de intérpretes y actores, saltan colchonetas y hacen ejercicios como si fuese la clase de Educación Física escolar, sustrayendo las capacidades primeramente propioceptivas, sensoperceptivas, creativas, en fin: corporales sensibles . La inteligencia del cuerpo es cegada por un acondicionamiento físico muscular, que me sorprende. Sobre esto dialogo y abro espacios de investigación en mi quehacer artístico.
Un quehacer artístico centrado en entender por qué se hace teatro; cómo se hace, y qué lugar ocupa el cuerpo en ello. Problemáticas en las que Pablo Zamorano se ha seguido desarrollando con la continuidad de estudios en el Magíster en Dirección Teatral de la Universidad de Chile a la que pudo optar, gracias a la media beca que obtuvo como premio por participar y ganar el Festival de Dirección Teatral 2013.
Hoy la convocatoria para presentarse en el Festival está abierta hasta el 16 de junio. Para conocer las bases debes hacer click aquí.
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