Se lanzará en junio del 2015

Universidad enviará al espacio primer satélite creado por estudiantes

Universidad enviará al espacio primer satélite creado por estudiantes

En junio del 2015 los estudiantes del Laboratorio de Exploración Espacial y Planetaria (SPEL) de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas, liderados por el profesor Marcos Díaz, verán los frutos de cuatro años de trabajo: “Suchai”, el primer satélite desarrollado por estudiantes en Chile, será lanzado al espacio desde la base Vandenberg, en California.

“Suchai”, es un satélite cubesat que mide 10 centímetros de largo, ancho y fondo y pesa un kilo. “Las funciones mínimas que tiene son la transmisión de información y la captura de imágenes”, explica Alex Becerra, ingeniero a cargo del proyecto. El cubesat tiene un sistema de energía (baterías y paneles solares) y un transmisor.

En el SPEL, Alex Becerra, Tomás Opazo (primer estudiante en trabajar en el proyecto) y Claudio Falcón, profesor del Departamento de Física e integrante del equipo, explican que además del desafío que representó esta experiencia inédita, el proyecto abre múltiples posibilidades de investigación y de trabajo colaborativo con otras instituciones. A esto se suma que recientemente el equipo se adjudicó un proyecto Fondecyt que les permitirá repetir la experiencia de enviar un nuevo satélite, esta vez, en menos tiempo de elaboración.

“Para nosotros armar el satélite y ver todos los trámites que hay que hacer es un gran avance, nadie lo había hecho. Presentamos un precedente con eso”, destaca Becerra.

El formato cubesat, como explica Tomás Opazo, “una de las gracias que tiene es que se arma el sistema base y ahí uno puede poner experimentos dentro del satélite, haciendo que éste sea más que una prueba de conceptos; que podamos además hacer un poco de ciencia para que se valide el uso de recursos de la Facultad y de tiempo invertido”.

En “Suchai” van los proyectos de investigación de los profesores Marcos Díaz y Claudio Falcón. El primero consiste en medir la densidad y energía de los electrones libres de la ionosfera a partir de un dispositivo que debe desplegar una sonda para medir a una distancia de unos 5 o mas cm del satélite. Mientras que el segundo es un estudio de materia fuera del equilibrio que busca investigar como se comporta la inyección de energía en un sistema (en este caso electrónico) en un ambiente hostil que saca del equilibrio al sistema.

Como explica Alex Becerra, “si es que el satélite tiene el éxito que esperamos, podríamos construir satélites y darles parámetros a otros científicos para poner su experimento en órbita. Hay cubesats que han mandado experimentos biológicos, otros de captura de imágenes”, entre otros.

El proyecto nació tras el retorno del profesor Díaz de su doctorado en Boston el año 2009, donde trabajó el desarrollo de este tipo de satélites. “No era un proyecto relacionado a un curso, sino que fue planteado como una alternativa, para que los estudiantes pudieran poner en práctica los conocimientos que ellos tenían”, explicó Alex Becerra.

Así iniciaron la elaboración del anteproyecto para ser presentado al decanato de la FCFM, que dio el vamos y los recursos correspondientes. En marzo del 2011 se iniciaron las compras de materiales. El trabajo de armado y de definición de lineamientos de “Suchai” terminó con las pruebas de resistencia a las temperaturas y a la vibración realizadas en mayo del 2014 en Brasil, exigidas por el lanzador para aceptar su envío al espacio.

FALCON 9 es la nave de la empresa Space Exploration Technologies Corporation (SpaceX) donde “Suchai” llegará al espacio.

En órbita

Alex Becerra explica que a pesar de toda la planificación que el equipo ha realizado existen riesgos de que el proyecto no cumpla todas las funciones que se propone. “Cuando el cubesat se lance puede salir girando y eso puede ser un gran problema en términos de comunicaciones, que la antena no apunte a nosotros. Hay muchos factores que nosotros no podemos controlar”, explica.

Una vez en el espacio, “Suchai” tendría nueves ciclos diarios, es decir, daría nueve vueltas alrededor de la tierra, lo que va a permitir que al pasar por el sol vuelva a cargar su batería.

La información que pueda enviar “Suchai” va a ser recibida por una estación ubicada en la azotea del edificio donde se encuentra el SPEL. “Hay un programa que nos permitirá ver y predecir donde va el satélite y hacer que la antena apunte directamente a ese lugar. Lo va a seguir mientras pase sobre Santiago. En esa instancia nosotros podemos requerir información, tratar de ver en qué estado está”, describe Alex Becerra.

Democratización del espacio

El financiamiento de este proyecto ha sido totalmente asumido por parte de la FCFM. Respecto a este punto, el profesor Claudio Falcón, destaca que el costo de realización de un satélite de estas características es menor al uno por ciento de lo que cuesta el lanzamiento de un satélite tradicional.

“La gracia de estos satélites es que democratizaron el acceso al espacio porque son fabricados con cosas que se compran en una tienda. Con esto cualquier universidad con un poco de dinero puede generar estos proyectos y mandarlos al espacio”, destaca Alex Becerra.

Los satélites cubesat son una iniciativa a nivel global que está asociada a las universidades, pero que también han desarrollado empresas e incluso la NASA. “Cuando se lanza un satélite normal, por ejemplo un satélite de comunicaciones, está pensado para durar 15 años, pesan 3 toneladas, tienen un consumo energético muy grande y los costos son muy altos, entonces estos satélites como contraparte, son una filosofía distinta”, agrega Falcón.

Experiencia del equipo al servicio de nuevos proyectos

Uno de los aspectos destacados por el equipo es el trabajo entre distintos departamentos. El proyecto "Suchai" ha contado con la colaboración de académicos y estudiantes de los departamentos de Ingeniería Eléctrica, Ingeniería Mecánica y Física, principalmente. En el caso de Ingeniería Mecánica, el profesor Juan Cristóbal Zagal junto con estudiantes de dicho departamento  han apoyado el proyecto utilizando impresoras 3D, un CNC modular y una cortadora láser, todas maquinas dispuestas en el nuevo laboratorio de fabricación digital.

“Una de las fortalezas de este proyecto es que hizo conversar a diferentes disciplinas de la ingeniería. Ese trabajo es más difícil, y más encima, ocurrió entre estudiantes”, destacó el profesor Falcón. Otro aspecto destacado por el equipo es que cinco de los estudiantes que participaron del proyecto a lo largo de los cuatro años de trabajo realizaron sus memorias de título al respecto.

“Nuestra idea siempre ha sido estar abiertos a la colaboración porque nosotros podemos ayudar a que otra gente desarrolle proyectos en menor tiempo. La idea es que se avance en el área, que se afirme el área satelital para luego hacer ciencia”, dice enfáticamente Alex Becerra. Y es que el equipo está dispuesto a compartir sus experiencias a otros proyectos universitarios e instituciones vinculadas al área, como la Fuerza Aérea, quienes han visitado el laboratorio SPEL.

“No queremos que otra gente se demore los mismos cuatro años que nosotros. La idea es que todos vayan avanzando. Si ellos prueban algo después nos sirve a nosotros”, destaca.

Además, para el caso de “Suchai”, estiman que “alguien comprometido con este proyecto podría bajar datos. Entonces así se extiende el tiempo que el satélite se comunica con la Tierra. Ya no va a ser que el satélite pase sólo por arriba de Santiago para que envíe información, sino que ésta puede ser recibida por antenas en diversas partes del mundo”.

Las potencialidades de este tipo de proyectos son muchas. Además de las propiedades que poseen los cubesat, Tomás Opazo señala que a nivel nacional éstos pueden cumplir funciones importantes, como por ejemplo, “comunicaciones en situaciones de emergencia como desastres naturales o seguimientos desde el espacio a incendios forestales”.

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