Música y visualidad:

Francisco Sanfuentes presenta "Sonidos Precarios" en Sala Master

Francisco Sanfuentes presenta "Sonidos Precarios" en Sala Master

“Yo siempre he tenido una relación importante con la música. Nunca he pensado las artes visuales o las artes en general como estancos separados o autónomos de lenguaje, sino que siempre existen elementos comunes que se mueven más allá de los limites, se van mezclando, contaminado y enriqueciendo unos con otros, y eso para mí es un punto de partida o un fundamento de este proyecto”, afirma Francisco Sanfuentes al referirse al origen de su reciente obra Sonidos Precarios.

Una puesta en escena en la que mezcla música y visualidad, a través del diálogo de materialidades, texturas y modos provenientes de la música, la presencia central de la guitarra eléctrica, y su articulación con bases grabadas de textos y relatos; sonidos procesados; imágenes proyectadas y acciones performáticas en vivo.

La idea es entregar una experiencia sonoro visual de recorridos, relatos e imágenes callejeras; enclaves de desolación; espacios de encierro  como el Instituto  Psiquiátrico de Santiago  -lugar ya extensamente trabajado en años anteriores en su obra Muda, expuesta en el MAC y otros espacios-.Así como también una mirada al registro de muertes en democracia; el aborto, etc., la mayoría problemáticas transversales al quehacer artístico de Francisco Sanfuentes.

“Me interesa mover o materializar de distintos modos esos mundos o circunstancias sobre los que yo reparo habitualmente. Dicho de otro modo, hay lugares y obsesionesque están presentes en todos mis trabajos visuales desde hace ya bastante tiempo y en Sonidos Precarios vuelven aparecer, pero desplegadas  de otra forma, tensándose, intentándolo en este otro territorio que es la música”, dijo y agregó: “Mi trabajo visual generalmente es más encriptado, tiene una especie de dureza expresiva que no es elocuente desde el punto de vista de la narración. Aquí parece algo así como un desarrollo en el tiempo, una narración temporal. Aunque siempre son recurrentes las repeticiones simples, la tosquedad material, la monotonía que busca trascender su propia monotonía”, explica el artista.

Si bien, Francisco Sanfuentes viene presentado este trabajo en solitario a partir del 2015, esta puesta en obra tiene sus antecedentes en el 2000, cuando en conjunto con Angelo Pierattini, Alfredo Da Venezia y Claudio Aranda -en el contexto del proyecto Calle y Acontecimiento- realizan una serie de intervenciones sonoro musicales en diversas calles de Santiago, con quienes además fundan la agrupación de carácter experimental Registros Perdidos (2000 – 2002), que, en esa época se presentó en la sala SCD, auditorio Galería BECH y Sala Master, entre otros espacios.

“Desde siempre he tenido una relación muy potente con la música. De hecho estudié algo de música cuando niño y siempre quedaron algunas cuentas pendientes al respecto. Luego de eso tuve algunas incursiones en la música en el año 2000,  época en la que justamente partí con el desplazamiento de las artes visuales hacia el sonido. En ese entonces había correspondencias absolutas entre ciertas materialidades sonoras y lo que hacía recurrentemente en lo visual, lo que  finalmente fue transformándose sin pudores en algo más musical, en el sentido más convencional de la palabra”, aclaró el académico.

Comisión Ortuzar

En el 2014, Francisco Sanfuentes participó del Núcleo Arte, Política y Comunidad, compuesto por estudiantes, egresados/as y académicos/as de la Universidad de Chile, quienes desarrollaron una investigación en torno a las actas de las discusiones previas a la Constitución de 1980, lideradas por el abogado Enrique Ortúzar.

Dicha investigación -que obtuvo el Fondo de Creación Artística de la Iniciativa Bicentenario de Juan Gómez Millas de la misma universidad- derivó en la puesta en escena de Comisión Ortúzar: Acciones en torno al legado de una refundación, que, a través de artes visuales, música, performance y teatro, reflexionó sobre la carta magna que rige hasta nuestros días, develando el cómo fue escrita y sus repercusiones hasta el día de hoy.

“A mí me interesaba examinar elementos propios de lo teatral. Explorar para ver de qué se trataba ese mundo. Intentar, desde las artes visuales, entender y comprender ese otro lenguaje de lo escénico y lo teatral. Por eso me interesó ese proyecto interdisciplinario, porque para mí lo interdisciplinario sirve en el sentido de ser capaz o al menos intentar de pensar las cosas desde otro lugar, un lugar de fragilidad, donde no cuento con las certezas de mi disciplina o ver cómo soy capaz de desplegar cuestiones que a mí me interesan –conceptos, obsesiones, fantasías- desde otro lenguaje”, señaló el artista.

Desde esa perspectiva, Francisco Sanfuentes comienza a pensar en la construcción de un cuadro escénico, en donde hubiera elementos corporales performáticos -no actores en el sentido tradicional- así como también textos que estuvieran en relación con el sentido de la obra.

“La escritura no era un problema para mí. Luego pensé que la parte sonora de eso tenía que ser una música que imaginé podía hacer yo mismo, pero no solo por agregar música, sino que porque esa materialidad era pertinente a la obra y me obligaba, con toda la dificultad y los pudores que eso implicaba, a meterme en la escena. Me obligaba a eso”, recuerda el artista.

Posteriormente, la obra Comisión Ortúzar fue requiriendo otros elementos, algunos sonidos y ciertas atmósferas que requerían de un experto. Casualmente Daniel Marabolí, el músico de la obra, estuvo enfermo en ese período inicial, por lo que Francisco Sanfuentes tuvo que asumir esa tarea, y así, “poco a poco me fui reencontrando con la música, re encantando y de pronto me vi completamente metido y con deseos de seguir desarrollando o desplegando lo que se insinuaba en las cosas que hice para la obra”, manifestó.

Así, en Sonidos Precarios el académico del DAV retoma la música como parte de su quehacer: “volvió a aparecer la música que yo había dejado hace mucho tiempo. Yo no soy músico de fines de semana, yo no toco canciones para relajarme, ni para distraerme. Ni siquiera sé si me pueda llamar músico, hay un respeto en ello. Pero si puedo afirmar, como lo único cierto, es que en este momento, en este proyecto estoy haciendo música”, afirmó.

“A lo largo de los años, o he estado metido profundamente en la música, proponiendo cosas aún desde mis limitaciones, o la dejo completamente. Me ha pasado también con la escritura, o las cosas que me comprometen profundamente o no. Son distintos momentos de nuestra experiencia vital, llena de circunstancias que a veces no controlamos; a veces exigen modos distintos de relacionarse y dar cuenta de ellas. Entonces con el trabajo en Comisión Ortúzar volvió a aparecer este asunto de la música mezclada con el trabajo de texto y de alguna manera se me volvió a activar esto de trabajar al modo de Registros Perdidos”, señaló.

De esta forma, en Sonidos Precarios el artista trabaja con pocos elementos para llegar a un máximo valor expresivo, ya que según sus propias palabras: “con muy poco se puede hacer mucho. Para mí las artes no se tratan de virtuosismos físicos, materiales o corporales. Se tratan de intenciones, deseos y sentidos. Por eso tomé este desafío, porque sin ser un virtuoso -siempre he pensado que el virtuoso sólo se divierte consigo mismo ignorante de su inutilidad- lo más importante es tener una mirada intensa sobre las cosas, una mirada crítica, una conciencia de mundo, de la realidad que busca su forma. Yo puedo usar cualquier recurso, que obviamente voy procesando y así mejoro las cosas, pero aquí no se trata de virtuosismos o de pertenecer en propiedad a un ámbito disciplinar determinado o excluyente. A veces, cuando uno se desplaza a otros ámbitos, se refrescan las cosas, se vuelve a pensar todo como por primera vez, las palabras, los procedimientos se desnudan”.

La materialidad de la guitarra eléctrica

Para Francisco Sanfuentes es importante destacar en su obra la dimensión personal y corporal que la música tiene. Una dimensión que según él no se da en las Artes Visuales, excepto en la performance porque “por lo general siempre desplazamos todo en otro cuerpo, somatizamos: cuerpo-instalación, cuerpo-pintura, cuerpo-objeto”, indicó y agregó: “En el caso de la música y en el caso particular de lo que hago yo, hay una dimensión, una potencia con lo que sucede en el sujeto en el momento de la interpretación. Hay una dimensión de intensidad en el cuerpo presente, que es importante. Se compone, se planifica, pero finalmente en el momento de la interpretación, por unos momentos, se habita plenamente ese lugar. Se habita y a veces hasta se padece el mundo que se está materializando. No existe distancia ni desprendimiento respecto de la obra”, indicó.

Esto explica el protagonismo de la guitarra eléctrica en su puesta en escena. Un elemento que es utilizado por Sanfuentes por la materialidad sonora, como lenguaje que responde a ciertas cuestiones relevantes para él.

“Para mí la guitarra eléctrica se relaciona con el mundo de lo tosco, la crudeza de las cosas, de lo orgánico, la corrosión del metal. En la guitarra eléctrica vibran saturadamente las vidas que viven y han vivido a contrapelo del mundo.  Es decir, tiene que ver con lo que tiende al desborde. Para mí ese instrumento es uno de los que le cambiaron la cara al mundo del siglo XX. La sobresaturación de la señal llamada distorsión, era la manifestación material de ese mundo”, explicó el artista y agregó, “siempre he tenido una relación esencial con el rock de los 60 y un poco de los 70. Nunca hay que olvidar que en su origen era música de negros, música de esclavos, o sea, generaciones de sufrimiento y abuso y eso la música lo  contiene en sus intersticios, deja resonar eso a su modo. No es casual que este instrumento haya explotado en su máximo potencial en medio de la agitación social y espiritual de los sesentas. Todo cambió desde ese momento”

De allí que en Sonidos Precarios se materialicen las obsesiones que han marcado la trayectoria de Francisco Sanfuentes a través de la música, la experiencia de la calle, la mirada recurrente sobre los espacios y situaciones de desolación en la ciudad.  

Este proyecto solista se ha presentado públicamente desde el 2015 en diversos espacios como, el auditorio Facultad de Artes del Campus Gómez Millas de la Universidad de Chile, la Universidad ARCIS, el Bar El Cuervo y la Casa Huamachuco.

A éstas se les suma la presentación de forma gratuita que se llevará a cabo en la Sala Master de la Radio de la Universidad de Chile el martes 3 de mayo a las 20:00 horas y que contará con la participación de Marcelo Pérez interpretando el trompe, Marcelo Da Venezia y Angelo Pierattini  en la canción Coja, el actor Tomás Henríquez, en la lectura de textos en vivo y Andrés Maturana en la producción escénica general.

 

 

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