Curadora 27ª Bienal de Sao Paulo:

Lisette Lagnado: "Hice una Bienal para mi pueblo"

Lisette Lagnado: "Hice una Bienal para mi pueblo"

El 30 de junio de 1960 Bélgica aceptó la independencia del Congo Belga, creándose la República Democrática del Congo. Un año después y en la capital de ese país, Kinshasa, nació Lisette Lagnado.

De padres de origen judío sirio, Lagnado, Master en Comunicación y Semiótica y Doctora en Filosofía de la Universidad de Sao Paulo, marcó un hito en la historia de la Bienal de Sao Paulo, la segunda muestra de Arte más importante del mundo después de la Bienal de Venecia, al transformarse en la primera persona que se convierte en curadora de esta exposición al ser democráticamente elegida y ya no designada, reflejando, según Lagnado, "una profesionalización del proyecto de curador".

Pronunciando perfectamente el francés y el árabe, idiomas con los que se crió, Lisette Lagnado es una mujer que no pasa desapercibida por la vida, a pesar de que ésta no le ha sido fácil, principalmente por no sentirse de ningún lugar. "Lo más difícil de todo es que nunca me sentí una brasileña, sino que siempre me he sentido una europea en Brasil", explica Lagnado, quien eligió la serie de seminarios que, bajo el título, "Cómo vivir Juntos", realizó entre 1976 y 1977 en el Collège de France en París, el semiólogo francés Roland Barthes, transformándose en la base conceptual de la 27ª Bienal de Sao Paulo.

En esta Bienal se tocan temas muy fuertes y que principalmente tienen que ver con la migración, la convivencia, la huida y la discriminación, entre otros, y que son temas que te tocan muy de cerca. ¿Cuánto de ti hay en esta exposición?
Tal vez, y lamentablemente, yo tendría que decir que hay cien por ciento de mí. Digo lamentablemente porque en el seminario que dictó Barthes, se trata de encontrar la justa distancia entre unos y otros. Barthes explica que sólo es posible una fantasía de cómo vivir juntos si existe un pacto de la distancia. Esta distancia es fundamental para explicar otro concepto de Barthes, que es el tener un ritmo propio. Para hacer esta Bienal, yo fui dando todo de mí; el tiempo, la fuerza, la ética, mis principios y el honor de la palabra, algo que mi padre me enseñó, ya que cuando uno da su palabra, es tanto o más importante que firmar un contrato

¿En qué o quienes pensaste al hacer esta Bienal?
En mi pueblo, Brasil, aunque me tomó mucho tiempo poder decir que yo pertenezco a un lugar. Para mí era muy confuso, porque yo tengo simpatía por la música africana y árabe, yo siento, lloro y sufro en francés, que es mi lengua, no sé si es mi lengua natal, porque yo entiendo el africano y árabe. Además, ser judía siempre ha sido un aspecto controversial, porque en mi familia tienen una tradición muy fuerte de seguir el judaísmo y por último, Brasil, que siempre me trató como una europea porque nunca me adapté a su informalismo. Si bien, todo esto me constituía como persona, yo pensaba que era necesario elegir una identidad y no asumir toda la multiplicidad, hasta que después de estudiar a Hélio Oiticica, decidí que Brasil sería mi tierra, ya que finalmente es el único lugar donde existe amnesia, donde se olvida todo, ya que mientras los árabes y judíos sigan rememorando muertes, no habrá paz. Es una situación privilegiada para mí el poder vivir en Brasil, porque el ser o no judía en ese país no afecta a mi persona.

Si tú pudiste armar una Bienal para tu pueblo, como dices, ¿por qué fuiste tan criticada por ellos? ¿Por qué, por ejemplo, en el periódico Folha do Sao Paulo dicen que esta muestra abarca más aspectos éticos que estéticos?
Bueno, mi respuesta es siempre la misma y es que sin ética, no hay ni estética, ni relaciones ni nada. Para mí la ética es lo primero, la política, la economía, el amor, todo viene después, porque la ética es la base de todo. Esa afirmación, que fue publicada por una alumna mía en ese periódico, refleja lo interesante que es la misión de ser crítico por sobre todas las cosas.

¿Cómo fue para ti el haber sido elegida curadora de esta Bienal?
Fue una gran alegría, sobre todo por el proceso de legitimizar, a través de un concurso, a un curador. Yo nunca postulé a este cargo, principalmente porque soy muy franca y muy directa. Parece que yo no tengo el perfil para este puesto, porque para ser curadora se necesita flexibilidad, que yo conseguí escuchando a mis co curadores. Muchas veces quise renunciar, debido a que muchas cosas me parecían injustas e insustentables, y como te dije anteriormente, la honra de mi palabra es más importante que mi carrera. Mis co curadores fueron soportes importantes para que yo pudiera mirar los proyectos y a los artistas que estaban haciendo residencias en distintas partes de Brasil, y tenían razón.

¿Qué tipo de presiones recibiste mientras se llevaba a cabo el proyecto?
Las más difíciles venían de la Fundación de la Bienal de Sao Paulo, y que se notaban, por ejemplo, en el trabajo de Superflex, los que pensaban en cambiar la economía del mundo, denunciando el hecho que las multinacionales están comercializando una bebida que no tiene guaraná y el presidente de la Fundación no entendió eso.

Sin duda el trabajo de Ahlam Shibli es emocionante. Shibli habla en sus obras de la huida, el exilio y el travestismo. ¿Cuáles son tus sentimientos con el velo que tapa a ese hombre musulmán?
Son varios mis sentimientos al ver esa obra. Seguí muy de cerca la discusión que se generó en Francia sobre el uso del velo en escuelas, ya que para mí, éste forma parte de la identidad de las personas, así como alguien puede usar una cruz o la kippa. El velo, además, instaura la pregunta de cómo ser musulmán en la modernidad. Esta imagen es muy linda porque el uso está muy erotizado, pareciendo que es una mujer el que lo lleva, pero es un hombre. El discurso de Ahlam Shibli siempre ha sido el hecho de que el primer hogar de las personas es su cuerpo y si las personas no están feliz en él, deben migrar a un lugar donde el cuerpo será aceptado y eso implica, muchas veces, salir de la familia y de la patria para trasladarse a otro lugar donde hay más apertura en temas de diversidad. Shibli plantea el tema de la diferencia entre casa y hogar, preguntándose, ¿cuál es tu casa, la que uno crea o la de los padres? Hay otra fotografía que me gusta mucho y que dice "proud to be queer and proud to be muslim" y que habla de las prohibiciones que provienen desde la religión, planteando el tema de que el cuerpo como casa es un tema bíblico.

Miki Kratsman interviene el muro de separación que existe hoy en Palestina, ¿qué te produce su obra?
Yo creo, porque supongo que mi familia pensaría diferente, que las personas de los pueblos que viven a un lado y al otro del muro, no soportan que el horizonte sea obstruido por un obstáculo. Entonces pintan la continuación del paisaje como contrapartida al obstáculo, haciendo posible que la mirada continúe, porque el muro es insoportable. Ese no es el único muro, hay muros que se están construyendo, como el que separa Estados Unidos y México, por ejemplo y también hay muros invisibles.

¿Cómo convivir juntos?
Ahora puedo responder que yo asumo la necesidad de la distancia. Asumo que nosotros no estamos obligados a vivir cerca, que la distancia es saludable. Hasta para leer yo necesito distancia, ya que si pongo un libro cerca, no consigo leer. Yo necesito de una justa distancia.

¿Pero cómo?, cualquiera pensaría, al ver esta exposición y al escucharte, que responderías que la única forma de convivir sería juntos y no con distancia.
Sí, pero es porque tuve un proceso. Cuando comencé a hacerme cargo de la Bienal, yo pensé que planteando esta pregunta de ¿cómo convivir juntos? - ya que yo no quería presentar soluciones -  habría un cambio en las personas. Pero hoy yo pienso diferente y la exposición es el fruto de una utopía, que era la confraternización y que se refleja cuando le escribo a Ahlam Shibli, artista palestino, y lo llamo mi hermano.

¿Te gustaría seguir como la curadora de la próxima Bienal?
No, jamás. No tengo más fuerza.

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