Artista Visual:

Nury González: la mujer que borda frases sobre muros

Nury González: la mujer que borda frases sobre muros

Poco a poco y mientras la conversación iba avanzando, el pelo de Nury González se iba desordenando, al mismo tiempo que, en ciertas ocasiones, me pedía apagar la grabadora para enriquecer, con datos "off the record" e irrevelables, la entrevista.

El rostro Nury González iba adquiriendo nuevas tonalidades. A ratos adquiría un rojo intenso, especialmente cuando respondía sobre cuántas becas ha ganado esta artista visual, quien ha reciclado su vida para convertirla en obra de arte.

Así, el tejido, la aguja, la hebra y la tela son parte no sólo de las tardes de zurcidos de infancia con su abuela española y de las historias de guerras y exilios que contaba su abuelo republicano y catalán, sino que también de sus obras más importantes y que han recorrido los salones de la Bienal de Pontevedra, Bienal de La Habana, Bienal de Artes Visuales MERCOSUR, Bienal de Shangai y actualmente la Bienal de Valencia, entre otros lugares.

Egresada en 1985, Licenciada en Artes Plásticas, mención Grabado de la Universidad de Chile y candidata a Magíster en Artes Visuales de la misma universidad, Nury González ha estado ligada a la docencia en pregrado desde hace diez años en instituciones privadas y hace tres en la Escuela de Postgrado de la Universidad de Chile. Se ha ganado la Beca Senior de la Fundación Rockefeller, donde hizo por un mes y medio una residencia artística en Paraguay; la Beca John Simon  Guggenheim y en cuatro ocasiones el Fondo Nacional de Desarrollo Cultural y las Artes, Fondart.

Junto con impartir clases al interior de la Facultad de Artes, Nury González es, desde 1998, asesora de la Galería Balmaceda Arte Joven al interior de la Corporación Balmaceda 1215, "por amor a la patria", como asegura sarcásticamente, y donde hasta el 24 de mayo exponen los egresados de la Universidad de Chile, Ximena Musalém, Cristóbal Gajardo y Claudia Rodríguez, con la muestra "Técnico Manual" (un atajo a la cultura).

Los trabajos de Nury González han dado la vuelta al mundo, a tal punto que su obra "Recado a Gabriela Mistral" forma parte de la colección  permanente de The Blanton Museum, en Texas,  uno de los museos con la mejor colección de Arte Latinoamericano de Estados Unidos.

¿Cómo ha sido impartir clases en pregrado  de la Universidad de Chile?

Llevo recién un mes y medio, por lo tanto sólo puedo hablar desde este fragmento de tiempo. Siempre quise enseñar Arte en la Chile,  es mi lugar de origen, de formación y también (de)formación, supongo que es a partir de mi paso por esta Escuela que pude desarrollar mi trabajo de obra.  Entonces para mí, donde mejor se puede enseñar Arte es aquí ya que es una institución  librepensadora y todo lo que yo hago me gustaría vincularlo con este espacio. Me interesa el perfil de estos estudiantes, no en vano entran con los mejores puntajes por lo tanto supongo que están vinculados con las problemáticas de la historia, del país y del arte. Además, gran parte de los proyectos que he hecho han caído en el vacío o los he abandonado, pero cuando hay una institución, como la Universidad de Chile, para la cual puedes trabajar, sientes que las cosas se posan sobre algo, que hay un sustento sólido. Hacer clases aquí ha sido tener un sentido de pertenencia. Por otra parte, dejé  muchas cosas por venirme para acá porque creo en la educación estatal, he hecho clases en universidades privadas y veo la diferencia. A mí me impresiona el lujo que hay acá, está reflejado en los espacios y las condiciones existentes  para que los alumnos trabajen. Si bien, hay precariedad y faltan cosas, veo que los alumnos tienen un taller bastante grande, de residencia, donde entran, tienen dos estufas encendidas, es algo así como estar en el Sheraton. Acá hay varios  talleres  para cada área, no como en otras universidades donde muchas veces un sólo taller debe ser compartido por  todos. Junto con eso, existe una masa crítica entre los docentes del área de pintura que hace extremadamente interesante y posible la discusión e investigación de las problemáticas de la pintura y sus desplazamientos. Las visitas de todos ellos a mi taller abren una posibilidad de análisis, discusión y critica desde distintos puntos de vista académicos que enriquece las posibilidades del taller.  Yo estudie en el peor periodo de esta Universidad, el más castigado por la dictadura, quizás es por eso que me sorprende tanta generosidad del lugar.

Entonces, ¿por qué te demoraste tanto en llegar?

Me demoré porque nunca hubo una ocasión o una posibilidad real para que pudiese entrar. Esto, hasta enero del 2007 cuando me enteré sobre el concurso público mientras hacía clases de Análisis Visual II en el Magíster en Artes Visuales. Presenté mis papeles y me demoré casi cinco días en llenar el currículum normalizado de la Universidad de Chile, normalizado de la Universidad de Chile, que es como hacer un postgrado, quedando seleccionada para luego pasar por las oposiciones.

¿Qué sientes al haber entrado por oposición?

Se siente que entras por tus capacidades académicas, tu trayectoria y la solvencia de tu obra, entras por la puerta principal, pero básicamente siento transparencia, cuestión que para mí era muy importante entrar así, porque yo creo que a los lugares públicos hay que entrar transparentemente. Fue importante llenar el currículum, haber sido evaluada por gente que no conozco y reconozco que las oposiciones fueron estresantes. Yo he mostrado mi trabajo y hablado en público muchas veces, pero la tensión fue interesante y algo muy bueno. Presenté mi trabajo, que es desde el único lugar posible para hablar, ya que creo que sin un cuerpo de obra es muy dificultoso poder enseñar, porque finalmente uno tiene la responsabilidad de intentar formar artistas. Por lo tanto, entrar por oposición fue como haber corrido una maratón.

¿Cómo ha sido esta primera aproximación con los estudiantes del Taller de Pintura?

Es un poco difícil decirlo de mi parte, creo que en un principio fue tenso, siento que estaban expectantes de quién venía, pero la única manera comenzar a  dialogar, de entablar vínculos y armar un espacio de trabajo, fue desde la  propuesta de un sistema de trabajo anclado en la investigación, reflexión  y dominio de la técnica. Me interesó  dejar en claro que lo que yo pretendía era darles a ellos todas las herramientas tanto teóricas como practicas para que puedan decidir qué y cómo hacer lo que desean. Planteando  que no podían cerrarse a nuevas metodologías, y esto es curioso, porque ellos deberían ser más vanguardista, arriesgados y rupturista que yo. Pienso que han logrado entender mi manera de pensar la enseñanza de arte y en este caso la pintura, siempre respetando sus  propias poéticas. Intento, a partir de modelos muy clásicos, explorar distintas maneras de resolver las cosas cargándolas de una masa crítica que les permita decidir, ya que no puede ser que alguien quiera ser pintor sin saber porqué, es decir, sin saber porqué la pintura y no otro medio. Para esto se necesita leer, explorar, investigar diferentes técnicas, obsesionarse y equivocarse mucho e incluso aprender a productivizar los errores, todo a partir de sus propios intereses. Respeto las poéticas personales de cada uno de ellos y no pretendo que pinten como yo digo que se tiene que pintar, a mí me interesa que aprendan las diferentes maneras que hay para pintar, los procesos, las diferencias técnicas, la historia, el punto de vista, la composición, la materia, ejercicios muchas veces tediosos pero que en pintura tienen un tiempo imposible de evitar.

¿Qué o quienes te identifican como pintora?

Soy artista visual pero no soy pintora, para mí eso significa manejar la pintura, las técnicas de reproducción de imágenes,  la objetualidad, la  teoría, una conciencia de la historia y fundamentalmente la memoria. Todo esto me permite plantear un trabajo creativo siempre en constante movimiento. A mí me identifica el desplazamiento que yo he hecho de ciertos procedimientos de la pintura al campo de lo doméstico, por ejemplo. Siempre he trabajado con la pintura como lengua madre, sus procedimientos me permiten estructurar mis trabajos tanto en lo formal como lo conceptual. A partir del uso de   documentos olvidados, el hilo, el color, pretendo el zurcido de la historia y la memoria.

Sin duda, y tomando en cuenta tu currículum internacional, cualquiera pensaría que te pudiste haber quedado viviendo en algún lugar del mundo, sin embargo eliges Chile para vivir, ¿por qué?

Es una opción biográfica. Crecí y me formé en dictadura, yo pertenezco a una generación de tránsito, sin lugar. Están los Díaz, Dittborn, Dávila, Rosenfeld y tantos otros, que representan a los consagrados, luego una generación sin generación, medio a la deriva y que tenemos un rigor, luego los jóvenes con su rapidez y la agilidad, entonces me siento entre dos aguas, los grandes, los chicos y los intermedios, en esta última estoy yo,  nos caracteriza tener una obra con constante y sólida, sin un deseo en el afuera. Mis pares reconocibles son Josefina Guilisasti, Pablo Langlois por nombrar algunos.

Actualmente, Nury González  borda frases buscadas y encontradas en los muros. "Generalmente son frases que me son significantes y que marcan un punto de quiebre. A partir de un momento determinado, no hay un retroceso posible y eso tiene que ver con un tema histórico biográfico. Yo creo que suceden cosas políticas, sociales y personales que marcan y nada vuelve a ser lo mismo y que tiene que ver con la memoria. A mí siempre me ha sorprendido la fragilidad de la memoria, especialmente en Chile".

La artista agrega: "Estoy armando un proyecto que me tiene encantada lo estoy haciendo con Pablo Langlois,  tiene que ver con los cien años de la matanza de Santa María de Iquique. Es un proyecto que va a tener una publicación, estamos invitando a cuatro artistas más y será en la Galería Metales Pesados. No quiero esos proyectos monumentales, sino que pequeñas indicaciones y gestos, así será este trabajo".

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