Académica de la Facultad de Artes y su paso por la Bienal de Valencia:

Nury González: "Los diálogos que se armaron fueron muy enriquecedores"

Nury González: "Los diálogos que se armaron fueron muy enriquecedores"

Dos semanas estuvo Nury González montando la obra que exhibió en la Bienal de Valencia. Antes de que buena parte de los artistas invitados comenzaran a llegar, la profesora del Departamento de Artes Visuales ya estaba con su taladro y sus hilos para bordar, en punto cruz, el muro que le habían asignado.

Instalado bajo dos grandes ventanales al interior de la "La Nave" del Puerto de Sagunto -una de las tres salas de exposición a las que se sumaron las galerías valencianas para dar vida a la "Bienal de Valencia"-, Nury bordó la frase "y ese mar que tranquilo te baña te promete un futuro esplendor", la que acompañó con fotografías de la costa chilena y la portada de un diario nacional del año 2001 que llevaba como titular "400 cuerpos fueron lanzados al mar".

"La obra se llamaba Mar de llanto. Lo que yo digo es que, después de esa noticia, que es el resultado de la Mesa de Diálogo, uno nunca más se va a poder bañar tranquilo en ese mar", señala la académica sobre su trabajo.

La obra de Nury González formó parte de "Otras Contemporaneidades", muestra conformada por el trabajo de artistas iberoamericanos, instaladas en "La Nave" del Puerto de Sagunto y cuyos curadores fueron Ticio Escobar y Kevin Power, quienes, como explica la profesora, "salieron a buscar las obras y, en mi caso, eligieron la obra en la Bienal de Pontevedra". En "Otras Contemporaneidades" también se presentaron las obras del académico de la Facultad de Artes y Premio Nacional de Artes 2003, Gonzalo Díaz, y del artista chileno Bernardo Oyarzún.

"Es un tedio mi montaje, y al principio los artistas que habían llegado preguntaban, ¿qué están haciendo, qué locura?. Lo interesante fue que cuando comenzó a aparecer el texto, la mirada fue cambiando. Entraban y como que había un silencio. Primero fue la locura del millón de hoyos y de hilos, para que finalmente apareciera una especie de contemplación. Eso fue muy bonito", agrega Nury González sobre el proceso de montaje de su obra.

La lentitud de ese mismo proceso, permitió que la académica del Departamento de Artes Visuales dialogara con varios artistas. Joaquín Sánchez, Beto Gutiérrez y Gastón Ugalde fueron sólo algunos de los jóvenes talentos latinoamericanos con los que Nury pudo interactuar. "Lo que sucede, y es quizás lo más interesante que se ve, son todos los diálogos que se arman, cómo uno va a ver la obra de otro, cómo el otro viene y comenta, y se habla sobre artes visuales", recuerda la académica de su paso por la Bienal de Valencia.

-Profesora, ¿cómo se borda un muro?

-Ese es mi secreto... Lo hago taladrando, metiendo los hilitos. Me demoro tres horas por letra y esta es la primera vez que bordo tanto. Bordé las dos frases casi completas. Es impresionante porque es un muro de concreto, una especie de metáfora de la tela. Una cosa inquietante y poética que después desaparece, porque una vez que termina se desarma.

-¿Qué siente cuando ve desarmarse esa obra que le costó tanto trabajo hacer?

-Es como un gesto, un acto. A mí me gusta eso. De hecho, generalmente, muchos de mis trabajos son muy voluminosos y aparatosos y tiene una dificultad de ser fotografiados, por ejemplo. Tienen una dificultad. Es como un desapego, el gesto de hacerlo y después se va. Me parece interesante que comparezca eso así y después desaparezca. Es extraño porque es un trabajo laborioso, pero tiene esa poética de aparecer y desaparecer y eso me parece interesante.

-Usted estaba en un grupo llamado "Otras Contemporaneidades", ¿qué lo cruzaba?

-En Otras Contemporaneidades el tema se cruzaba un poco con la violencia. Se planteó como Otras Contemporaneidades porque buscaron obras, sobre todo en el resto de Latinoamérica, que no necesariamente fueran de artistas consagrados. Mezclaron, porque por ejemplo estaba León Ferrari, el artista emblemático argentino y que trabaja con el tema de la violencia, y Gonzalo Díaz de Chile, que era como el otro emblemático de los artistas latinoamericanos. En las Otras Contemporaneidades eligieron obras de artistas populares. Había una serie de Santos que son, ponte tú, ladrones, contrabandistas. Entonces, son obras que no están enteramente dentro del campo de las artes visuales pero que son reconocidas como obras. También como Otras Contemporaneidades en el sentido de cómo comparecían cierto tipo de obras dentro de Latinoamérica, contemporáneamente. Eligieron graffiteros, por ejemplo, pero siempre cruzado con obras de artistas más consagrados.

-¿Cómo encontró la calidad de las obras?

-Había un súper buen nivel. Estaban las obras de Joaquín Sánchez, que es un paraguayo que vive en Bolivia y que trabajaba en un tema histórico, la Guerra del Chaco, donde se cruzan los paraguayos y los bolivianos. él trabajó con una enorme foto de un grupo de soldados bolivianos, en blanco y negro impresa, a los cuales les coció un corazón hecho con un tejido muy típico paraguayo. Les puso corazón paraguayo a los soldados bolivianos. La obra de León Ferrari es totalmente espectacular, como el padre de la patria en Buenos Aires. Otro artista que llamó mi atención fue Beto Gutiérrez, un venezolano y en ese sentido fue bien impresionante ver lo que les está pasando a los artistas intelectuales en Venezuela. él saca fotografías y un amigo las graffitea. Lo impresionante era la conciencia política que tenían y lo complicado que es para los intelectuales estar en Venezuela. En lo que llevaba Buntinx había una apuesta museográfica y que dentro de un espacio Bienal hubiese un Micromuseo era muy interesante. Yo no había visto nunca eso. Dentro de ese mismo museo, hay otra curatoría.

-Según lo que usted vio, ¿es efectivo que esta Bienal es la puerta de entrada del arte Iberoamericano?

-Puede ser. A mí lo que me pareció interesante es que en este espacio gigantesco ("La Nave" del Puerto de Sagunto) compareciera este envío latinoamericano y una muestra de jóvenes artistas españoles, que hubiese ese cruce. Lo que puede llegar a suceder con las obras que llegan allá y con la visibilidad que puedan llegar a tener, es el gran misterio y la gran incógnita. Es que las Bienales son bien extrañas.

-¿Por qué?

-Porque son cuestiones que suceden ahí y después tú te vas y tu trabajo queda ahí. Todavía están haciendo el catálogo y lo interesante es que se fotografiaron las obras, que es una cosa que nunca sucede. Nunca los catálogos de las bienales llevan las obras que son ahí montadas, sobre todo si son obras como la mía. Entonces, el catálogo efectivamente va a recoger lo que hubo. Ahí uno podría hablar de que tiene una circulación, porque finalmente eso queda.

-Mientras estuvo allá, ¿tuvo la posibilidad de dialogar con otros artistas?

-Tuve, porque estaban ahí montando. Estaba Joaquín Sánchez, Beto Gutierrez, Gustavo Buntinx, Gastón Ugalde. A mí me tocó estar una semana donde en realidad no llegaba ningún artista porque yo era la que me demoraba más en montar. Me tocó estar mucho con Ticio y eso fue muy gratificante. Ver cómo se pensaban los montajes, todo lo que es la parafernalia de armar una Bienal, de construir un espacio dentro de otro espacio. Lo que construyeron era muy sólido y además era posible ver la arquitectura del lugar. Era una intervención dentro de un espacio. Curatorialmente fue muy interesante lo que hicieron a nivel arquitectónico dentro del espacio.

-Ese diálogo con otros artistas, ¿se puede plasmar en sus clases?

Claro, porque cuando uno habla, discute, mira, está en el montaje, es como hacer clases. Por ejemplo, Joaquín Sánchez y Beto Gutiérrez son artistas bastante más jóvenes que yo y era muy interesante la discusión que se daba. Primero es el diálogo que se arma con ellos y además uno logra ver la producción latinoamericana. Yo creo que es súper importante que los estudiantes sepan lo que pasa en Latinoamérica, sepan que hay artistas que están trabajando en la misma línea. Ya que Chile es una isla es importante que sepan qué es lo que está pasando afuera. En Asunción, Paraguay, se hizo una especie de muestra de lo que había sido la Bienal y yo me quiero conseguir ese material para tratar de darlo acá. Lo otro que sucede y que es muy gratificante, es que cuando uno está montando se acercan los otros artistas y preguntan, uno tiene asistentes que son estudiantes y es como hacer clases.

-¿Cómo fue evaluada la obra de los tres chilenos en la Bienal?

-Estaba la obra de Bernardo Oyarzún que era "Bajo sospecha", la obra de la parentela y su autorretrato, la de Gonzalo y la mía. Entonces, había tres obras bastante distintas en cuanto a su resolución material y yo encuentro que se veía potente la presencia chilena. Era potente el envío en general. Se vio sólido.

-¿Existe la posibilidad de definir lo que fue exponer allí?

-Hay varios niveles, desde el trato que uno recibe como artista. Que te inviten, que te produzcan las obras. Como yo estuve dos semanas montando y en el período en que estaban todos los preparativos para cuando llegaran los artistas, entonces, ver todos los movimientos estratégicos, todo lo que implica la construcción de una Bienal. Todo ello te enriquece en el sentido que tú asistes a la producción de un magno evento con todos los horrores. Lo otro, son todas la instancias de diálogo que se arman y te vas enterando de lo que sucede en otros países. Es estar en una especie de seminario intensivo de miles de contemporaneidades latinoamericanas que se cruzan con la mirada de los españoles. Es una cosa muy amable que te puede pasar porque el trabajo es ensimismado y solitario y esto fue distinto.

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