Experiencia de Facultad de Artes en revista Patrimonio Cultural

Experiencia de Facultad de Artes en revista Patrimonio Cultural

"Por una lado, está el patrimonio digital que consiste en aquel que está en otro formato y que se ha digitalizado, ya sea por razones de conservación, de difusión, de preservación o de estudio. Pero también hay un patrimonio digital que tiene que ver con bienes o con objetos patrimoniales que están desde sus orígenes en formato digital, y que tienen que ver, por ejemplo, con el surgimiento de ciertas páginas web, sitios o portales que tienen valor patrimonial en sí mismo y que no existen en otro formato que no sea en la web o en formato digital". Así, simple y conciso, el coordinador nacional del programa Biblioredes, Enzo Abbagliati, explica qué es patrimonio digital según los parámetros que utiliza la Unesco.

En ese contexto, el último número de la revista Patrimonio Cultural está dedicada precisamente a ello. Bajo el nombre Memoria en un Click, aborda el presente y futuro del patrimonio digital con temas como cine digital, el programa Biblioredes, Google, YouTube, así como con diversos resultados que instituciones y particulares han tenido con nuevas tecnologías. Por ello, es que la experiencia que la Facultad de Artes de la Universidad de Chile ha tenido con el Museo Multimedial, con la Revista Electrónica de Artes y con Arte Sonoro, entre otros, forma parte de este número de Patrimonio Cultural.

Bajo este contexto, Arturo Cariceo, subdirector del Departamento de Artes Visuales, participó en la  mesa redonda que se realizó en la Biblioteca Nacional el jueves 30 de agosto, donde se presentó el nuevo número de esta revista, oportunidad en que el artista y académico de la Facultad de Artes compartió junto a los otros participantes y a los asistentes a la actividad, la experiencia que ha tenido la facultad con estas nuevas tecnologías y el patrimonio digital con el que cuenta.

Patrimonio Digital en Chile

Pese a que la Unesco maneja parámetros claros acerca de lo que consideran patrimonio digital, en nuestro país, definir qué es lo que se entiende por ello es una discusión que está recién comenzando y que, hasta el momento, ha sido liderada por la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, Dibam. A pesar de los esfuerzos, Enzo Abbagliati reconoce que "en este momento definir lo que es patrimonio o no en formato digital, es un tema complejo que está siendo debatido y reflexionado, y que tiene unas derivadas bien importantes. Por ejemplo, si no tenemos claro qué es lo que es patrimonio digital; no tenemos claro de ese mundo digital qué es lo que hay que conservar", sentencia el coordinador nacional del programa Biblioredes.

Qué se conserva y cómo, no es una cuestión menor considerando que las cifras que ha dado a conocer la Dibam no tienen nada de esperanzadoras. Según un estudio realizado por Roberto Aguirre Bello, coordinador de digitalización Memoria Chilena, y que se encuentra disponible en la red, "el 90 por ciento de la pérdida producida en un nuevo soporte se produce durante los primeros 20 años de su utilización. Es decir, casi la totalidad de la información que se perderá irrecuperablemente la estamos perdiendo hoy". Frente a ello, Enzo Abbagliati es enfático: "yo creo que en Internet la tasa de pérdida, posiblemente, sea mayor, o el plazo en que se está perdiendo sea mucho más rápido".

Qué es patrimonio digital

Para el coordinador nacional del programa Biblioredes es complejo tener una definición clara de qué es patrimonio digital: "Es todo un desafío porque el tema del patrimonio digital y, específicamente, el que está en formato digital desde sus orígenes es un tema relativamente reciente. Si uno revisa la definición de la Unesco, se pueden encontrar objeciones en el sentido de que es una definición bastante limitada producto de lo vertiginosos que están siendo los cambios en la tecnología. Ese vértigo que está afectando a todas las dimensiones del quehacer de la humanidad, obviamente, afecta a lo que tiene que ver con el patrimonio digital. De todo eso que se sube, qué acredita ser conservado y qué es relevante para que los procesos identitarios, a futuro, tengan que considerar y recordar. Ahí el tema es complejo porque requiere muchos recursos, políticas definidas, voluntades políticas, comprensiones del fenómeno que todavía, por lo relativamente reciente, no están ocurriendo o no se dan en todas las dimensiones que debieran".

-¿Hace cuánto tiempo comenzó la discusión en torno al patrimonio digital?

-En Chile es una discusión que la está liderando la Dibam, y que partió desde fines del año pasado en un esfuerzo por definir una política digital para el ámbito de nuestro quehacer institucional, para poder acotar y decir esto tiene relevancia desde el punto de vista patrimonial y en este ámbito la Dibam va a trabajar.

Esa es una política que esperamos tener formulada para el próximo año y estamos en la etapa del diagnóstico, construyendo el diagnóstico de cómo internamente en la Dibam se trabaja el patrimonio digital. Hasta donde yo tengo entendido, la Dibam es la cabeza del proceso en Chile y desconozco si hay otras instituciones que estén ya reflexionando sobre ello. Hay mucha gente haciendo cosas con esto del patrimonio digital, pero no necesariamente se está haciendo la reflexión sobre cómo lo digital influye en los procesos de construcción de patrimonio cultural, salvo esto que conozco en la Dibam.

-¿Hay voluntad política para apoyar este impulso de la Dibam en cuanto a patrimonio digital?

-Voluntad política e institucional hay. El mandato de definir la política digital es un trabajo que está liderando Ximena Cruzat de la Biblioteca Nacional pero que involucra a toda la Dibam porque es un mandato que entrega la directora de esta institución y nuestro desafío es ver cómo se inserta el tema de patrimonio digital en la estrategia del desarrollo digital del país, que es el gran paraguas del Ministerio de Economía, lo que antes se llamaba la Agenda Digital.

Cómo el patrimonio digital comienza a hacerse su espacio en el tema del desarrollo digital en Chile, así como se lo está haciendo Educación con la transformación del programa Enlaces. Es importante ver cómo los procesos de identidad -que son procesos transversales- aparecen en esta estructura de la agenda digital.

-Da la impresión que la producción de contenidos en Internet es terreno de nadie, ¿cómo se enfrenta esa situación?

-Es terreno de nadie, pero es terreno de todos y esa es quizás la gran oportunidad del tema para lo patrimonial. Efectivamente, en Internet cualquiera puede publicar contenidos, cualquiera puede decir lo que quiera, un medio bastante abierto, mucho más que los tradicionales. Cuando digo que es un terreno de todos, quiero decir que cuando lo patrimonial entra en ese mundo, quiere decir que todos los que participan de ese mundo digital tiene la posibilidad de intervenir en esa discusión, de aportar contenidos en esa discusión. En ese sentido, y eso es algo con lo que desde Biblioredes hemos sido enfáticos, los nuevos medios generan una tremenda oportunidad para que la ciudadanía participe horizontalmente en procesos de definición y construcción de patrimonio cultural. Lo que ocurre, es que lo que es relevante desde el punto de vista de patrimonio cultural lo puede tomar cualquier persona. La tecnología o Internet es un medio que no es de nadie, pero es de todos y esto último nos permite a nosotros como institución pública abrir la oferta y decir toda la ciudadanía tiene la oportunidad de participar. Hay un tema de apropiación, de autoconciencia sobre patrimonio, que finalmente es un tema de apropiación de las propias identidades y cómo desde la identidad mía yo contribuyo y me hago parte de una reflexión mayor sobre cuál es el Chile del mañana, cuáles son las identidades que en este país son reales.

-¿Y la veracidad de esa información?

-Ahí hay que romper varios mitos y tiene que ver con que nosotros, en general, creemos que el grado de veracidad de las fuentes de información pasaba por el editor, que finalmente daba credibilidad a lo que estaba publicado. Pero esos procesos están tan expuestos a errores como lo puede estar un proceso tan abierto como es Internet. De hecho, está el típico ejemplo de una revista norteamericana que hizo un estudio comparativo entre la Enciclopedia Británica y la Wikipedia. Las conclusiones a las que se llegó fue que la Wikipedia cometió casi la misma cantidad de errores que la Británica, en el sentido de que los textos tenían errores similares. Lo que uno dice, viniendo del mundo pre Internet, es que como cualquiera puede meter la mano debe estar llena de errores y como la Británica es una enciclopedia que tiene 300 años y está súper consolidada, aquí no hay errores. Pero ambas tienen errores. La gracia del modelo de la Wikipedia es que cuando detectas un error de contenido o falta de veracidad, lo corriges inmediatamente. En cambio en la Británica tienen que pasar 10 años para que ese error se corrija. Al ser procesos colaborativos, es el propio grupo humano el que va construyendo la veracidad o no.

-¿Se está perdiendo mucho patrimonio digital en estos momentos?

-Ese es un tema que es parte de lo que la Dibam pretende hacer con su política digital y tiene que ver con la archivística web, cómo rescatar y conservar ese patrimonio digital. Memoria Chilena, por ejemplo, tiene una política de respaldo y cada cierto tiempo se respaldan los contenidos que están arriba y se almacenan en servidores que no están 100 por ciento disponibles, en el sentido que están resguardados y preservados. Esa política, quizás, debieran tenerla todos los sitios que tienen valor patrimonial o alguna institución, como la Dibam, debiera encargarse de respaldarlos. Así como tenemos la sección de periódicos en la biblioteca, deberíamos tener quizás -esto es casi imposible- una sección de los periódicos en línea y respaldar todas las versiones diarias de cada periódico en línea porque el día de mañana, quizás un usuario va a querer acceder y yo no sé si esos diarios lo están haciendo. Si se hizo eso con los diarios impresos, por qué no hacer lo mismo con esto.

-¿Se pretende exigir en algún momento, como se hace con los medios impresos, la llegada de la producción de contenidos virtuales a la Dibam?

-Es muy pronto para decirlo. El tema requiere modificaciones profundas sobre la legislación que hay en relación a los medios y legislar sobre la generación de contenidos en el mundo virtual o el mundo en línea, es muy distinto a legislar sobre la generación de contenidos en el mundo impreso. Hacer lo mismo con lo virtual, cuando cualquier persona puede ser generador de contenido, es muy complejo y no sé si tendría sentido. Por ejemplo, si alguien genera un PDF que no tiene mayor valor para la Dibam o para Chile, no sé qué sentido tiene que ese usuario se vea obligado a enviarlo y la Dibam se vea obligada a guardar las copias. Son modelos distintos y enfrentar el mundo virtual con las leyes del mundo físico no parece razonable y hay que definirlo.

-Justamente. Imagino que una vez que se defina lo que es patrimonio digital, legislar sobre producción en Internet no sería tan complejo.

-Posiblemente. En ese sentido, tener una primera definición de política institucional permitiría acotar la cancha. Ahora, más allá de que como institución podamos generar una política digital respecto al patrimonio digital y hacernos cargo de ello, no necesariamente tendría que tener un correlato a nivel de legislación porque la legislación, por espíritu, tiende a sacar una fotografía al momento y a rigidizar la realidad y estamos en un mundo muy cambiante. Hay ciertos ámbitos donde es importante que haya ciertos pronunciamientos legales, pero quizás hay otros ámbitos donde es mejor dejar que las cosas tengan su flujo propio.

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