Director de "El espejo del alma":

Abel Carrizo-Muñoz: "El post-teatro es el proyecto más político que he emprendido"

Carrizo:"El post-teatro es el proyecto más político que he emprendido"

Proyecto ganador de un fondo para la Creación e Investigación Artística 2008, "El Espejo del Alma / post-teatro" es el último espectáculo del Laboratorio de Investigación y Creación Escénica de la Universidad de Chile (LiceU.Chile), y quinto realizado bajo las condicionantes del post-teatro, nueva poética teatral según la cual se trabaja concibiendo la creación escénica como una actividad instauradora, ligada a la investigación de nuevas alternativas expresivas dentro del lenguaje escénico.

Las obras de post-teatro no se basan en textos dramáticos, no son argumentales ni utilizan el lenguaje verbal, el diálogo o las nociones de actuación y de personaje. En cambio, el atractivo de esta propuesta se basa en su enorme valor estético y la fuerza de su originalidad, constituyéndose como una de las propuestas más innovadoras que han surgido en Chile.

Según su creador, el director académico del Magíster en Artes con mención en Dirección Teatral Abel Carrizo-Muñoz, la investigación desarrollada en el marco del post-teatro busca crear una alternativa "que no se base en las características expresivas de lo que nosotros llamamos el modelo hegemónico dominante en el teatro. 'El Espejo del Alma /post-teatro' es el quinto proyecto que sigue esta línea y como tal, tiene los mismos vectores y el mismo marco teórico que los anteriores, pero como todo proyecto específico este trabaja sobre algunos aspectos relativos al espejo. Se llama 'El Espejo del Alma /post-teatro' porque indaga, a través de una investigación estética, en las características funciones o  significaciones que tiene el espejo".

¿De dónde surge la necesidad de hacer una obra así?

Al principio fue por  el reflejo, lo especular: cómo ciertos materiales te devuelven una imagen, una visualidad que uno no podría tener si eso no existiera, porque uno no podría verse a sí mismo. Es un objeto muy importante para el desarrollo de la identidad de los seres humanos, es muy importante en la cultura y el espejo, hoy día, sobre todo en una época de  subjetividad exacerbada - o del narcisismo, según Gilles Lipovetsky -  es muy importante. La vida es de una manera antes de verte, antes de conocerte a ti mismo, que después de conocerte a ti mismo. Yo creo que en el espejo hay algo más que el reflejo de la sola imagen física.

¿Cree en la posibilidad del reflejo del alma, una cierta dimensión más espiritual?

En algunas  culturas de carácter mítico-religiosas, sienten que si yo te reflejo con un espejo te estoy sacando algo tuyo. Uno puede verlo desde el punto de vista de la física, pero también creo que hay una dimensión que no es concretamente  material y que nosotros vinculamos a eso que denominamos como alma. En la obra exploramos el cuerpo  como reflejo fiel y equívoco producido por los espejos.

¿Hay también un estudio de la construcción de la identidad en la obra?

Lamentablemente, no como hubiera querido. Lacan tiene textos que hablan de cómo el espejo es importante en la configuración de la identidad en el niño, pero eso es muy difícil de trabajar estéticamente porque es demasiado complejo el tipo de pensamiento que está a la base. Aún así creo que de todas formas vamos a dejar temas instalados, pero obviamente no para que la gente suplante un estudio psicológico o sociológico viendo la obra. Este no es un proyecto de información educativa.  Mi idea  es siempre generar, sobre todo con el post-teatro, una realidad distinta a la realidad cotidiana. Sugerir más que definir o clausurar.

La obra es una sumatoria de cosas que algunas tienen que ver entre sí y otras no, y eso es una tendencia que yo muchas veces en estas investigaciones me cuestiono, porque nuestra tradición obliga a crear obras que sostengan un cierto sentido, que se entiendan. Yo muchas veces siento la necesidad y he tenido ganas de incluir texto, pero al mismo tiempo siento que eso sería una traición al post-teatro, porque la palabra en el teatro es autoritaria, lo controla y regimenta todo. Si caemos en la tentación de decir algunas cosas verbalmente, debilitamos la radicalidad del proyecto. Yo prefiero que este  sea un proyecto radical y menos consensual, pero he tenido la tentación, lo debo confesar, de conectarme con cierto público que está acostumbrado a entender por la palabra. Es como una lucha que tengo entre la tradición a la que pertenezco y lo que quiero proponer como un camino distinto.

El post-teatro es una poética muy estricta, muy normada, con muchos protocolos. Yo me doy cuenta inmediatamente cuando algo se desvía, cuando no tiene que ver con el post-teatro. Entonces hay una parte de esta investigación que es muy estricta, y es lo que a mi juicio ha sido nuestro gran descubrimiento: la metodología de trabajo para reproducir formas de post-teatro.

¿En qué consiste esa metodología?

Lo que pasa es que cuando tu haces investigación a partir de cosas muy generales, campos muy laxos o abiertos, te demoras mucho en arribar a algo; te demoras mucho porque es un trabajo larguísimo, lo opuesto a escenificar una obra  de texto. Aquí nada de lo que supuestamente ha tenido éxito en la tradición te sirve, por lo menos esa es mi posición, y creo que esa es la gracia, independiente de que  lo que hacemos te guste  más o menos. Este es un proyecto inédito, entonces para que sea inédito se ha sido muy exigente, muy riguroso y muy fiel a sus normas, pero para ser fiel tú tienes que crear las condiciones de trabajo, y eso es parte de la metodología. En los siete años que llevo trabajando en esto se fueron creando de a poco las reglas técnicas, y ahora están tan claras que mi idea es culminar todo este largo proyecto en el 2010 haciendo talleres, enseñándole a la gente cómo se trabaja en el post-teatro.

Estoy convencido de que el post-teatro es un modo de hacer teatro que le puede hacer muy bien  a mucha gente, sobre todo a la gente que no está domesticada por las ideas del teatro. En el post-teatro tú puedes trabajar con gente que no tiene conocimientos culturales. De hecho quienes tienen más problemas con el post-teatro es la gente que sabe de teatro, precisamente porque no saben trabajar  sin texto ni  personajes. Están prisioneros de la psicología del siglo pasado y  por eso a algunos les desconcierta tanto esto que actualmente estoy haciendo.

¿Entonces el proyecto anterior, "Hamlet / post-teatro" fue una traición al post-teatro?

Siempre hemos discutido si ese es un proyecto de post-teatro o es un link al post-teatro, porque lo que se investigó ahí fue lo que pasaba entre un texto dramático y el post-teatro. Yo pensé que  nunca se iba a integrar nada, y no fue así, mucha gente no se dio cuenta cuál era el post-teatro, y yo creo que eso sucedió porque para hacer post-teatro yo tomé un objeto que viene de la diégesis de la obra de Shakespeare,  que es la espada. Por eso no se sintió la inserción del post-teatro como una ruptura, que era tal como se había hipotetizado originalmente el proyecto.

Volviendo a "El Espejo del Alma /post-teatro", ¿cuál es la idea de base que anima la obra?

En general en el teatro yo nunca pienso o imagino a priori lo que voy a hacer. Hay cosas que me interesan, y que sí tengo claro,  que es distinto. A mí me interesa un objeto como el espejo, me interesa hacer un teatro distinto al que a mí me han enseñado. A partir de esas cosas que me interesan yo me pongo a trabajar. Las definiciones o diseños a priori de una obra forman parte de una cierta burocracia artística, porque eso es para que otros digan 'este señor es capaz de pensar algo que vale la pena que lo financiemos', ya sea un  Fondart o un VID, pero a mí no me interesa eso mayormente. Es un ejercicio intelectual que en algo puede ayudar, pero para mí eso es principalmente para cumplir con las burocracias de los que disponen de los recursos para la creación.

Yo hice un manifiesto del post-teatro, que lo componen unas veinte normas. El manifiesto coloca el fenómeno de la creatividad en el espacio natural y esencial del teatro, que es la escena. Uno no hace teatro en la cabeza, uno en definitiva hace teatro en el trabajo con los demás, y yo creo que ahí está la esencia de lo escénico. Si pones en escena un texto dramático, hay que someter todo lo que haces a ese "instructivo". En un proyecto de investigación todo esto  va cambiando constantemente. Aquí no hay guión. En la obra hay pura expresión, son signos que intentamos que fluyan, porque el principio fundamental de nuestro trabajo es lo estético, entendiendo que lo estético está radicado en la percepción.  Lo que yo hago es  creación desde la percepción. Entonces la percepción estética es muy importante, el juicio de gusto manda. Nosotros no dejamos nada que no nos guste, y la apuesta es que lo que nos guste a nosotros puede que les guste a los demás.

¿Por qué ocurre un quiebre tan radical al final de la obra? Porque en su conjunto, "El Espejo del Alma /post-teatro" es como una compilación de las posibilidades de normar el cuerpo, en base al ritmo, a los objetos y la coordinación, pero al final se pierde toda normatividad.

Al post-teatro también lo definen las rupturas. Yo siempre incluyo un tema que musicalmente tiene una base romántica, en el sentido de que es muy melódico y que es un tema que en general la gente no ha escuchado, y que nosotros, de acuerdo a la teoría del reencuentro de Rafael Sánchez, vamos entregándoles,  acostumbrando al público poco a poco. Con ello hay  ruptura en relación a un espesor de signos más bien abstractos que componen el cuerpo de la obra, porque es un momento de expansión humana: el baile es a mi juicio una manifestación genuina de lo humano. Y en la obra hay pequeños gestos que surgen de la interioridad, de la subjetividad; está siempre como un cable a tierra lo que llamamos el factor humano.

Hay otro espacio en el post-teatro que tiene que ver con la realidad del actor. Como yo no hago personajes, sino que trabajo con las identidades de las personas, desde el cuerpo que tienen, me interesa mucho explorar hasta dónde puede expresar un  cuerpo, y eso es parte esencial  del post-teatro. Me gusta mucho el fondo emocional que tiene el teatro, pero como el teatro ha abusado tanto de eso yo me alejo, aunque hay algo ahí que siempre me hace falta. En el post-teatro se aprecia y se valora la ruptura del volumen expresivo, abstracto, geométrico, que lo caracteriza. Si se dice que el signo es significante y significado, nosotros cortamos el significado. Nunca buscamos un significado, y al revés, cuando algo tiene un significado muy concreto lo cortamos, porque la idea es que la gente ponga el significado.

Uno está demasiado acostumbrado a la estructura aristotélica del teatro, y cuando se enfrenta a algo radicalmente distinto tiende a sentirse desarmado, y a buscar desesperadamente el sentido.

Ahí es donde yo tengo el mayor problema porque, por otra parte,  yo quiero hacer un teatro para muy amplios públicos. Toda la mirada desde la estética y la percepción tiene que ver con la gente. Yo me asumo como representante de la gente. Yo lo viví muy fuerte con "De Rerum Natura", porque como era sobre filosofía, y la filosofía pasa por el lenguaje escrito o hablado, yo usé algunos textos, palabras, citas. Nunca lo había hecho, y cuando miro para atrás me pregunto ¿por qué lo hice? ¿para qué lo hice? porque parece que fue un renuncio, pero si me pregunto ¿por qué hice ese renuncio? creo que fue por la gente. Aún así, lo que tengo claro es que yo no hago un teatro representacional, y eso no me lo cuestiono, pero sí el dejar ventanitas de luz de la, a veces, compleja oscuridad del post -teatro. Nuestros trabajos tienen mucha disciplina, está todo muy normado, pero siempre damos cuenta a pinceladas de lo humano que somos.

El prof. Luis Merino, cuando era decano, quedó muy impresionado cuando vio "Opera prima" y me dijo que tenía que escribir mucho sobre esto. Pero escribir significa legitimar desde la teoría un proyecto como este y esa no es mi prioridad. Quiero que se legitime en la vivencia, en la experiencia. Nosotros hacemos media hora de teatro con un tubo de papel confort, y eso a mí me parece que es una proposición no sólo artística sino ética súper importante. Nosotros hacemos teatro de lo que la gente bota. Este es un proyecto mucho más revolucionario de las decenas de obras políticas que yo he hecho. El post-teatro, en sentido profundo y no contingente, es el proyecto más político que he emprendido. Encuentro que esto es mucho más político porque de alguna manera esto tiene que ver con transformar una tradición de siglos en las prácticas teatrales.

Los gobiernos que hemos tenido y los gobiernos que se anuncian, en el mejor de los casos, consideran el arte como un instrumento educativo y para ese tipo de proyectos hay plata, pero veo poquísimos reductos donde pueda ser valorado un proyecto como este: un proyecto de investigación que no garantiza nada, y que es en definitiva un proyecto estético, que se funda en el plano de la forma. Por eso valoro tanto que mi Universidad tenga el coraje intelectual de apoyarnos. Para mí llevar la contingencia al teatro es instrumentalizarlo. Desde la modernidad el teatro es un fenómeno que tiene autonomía, que no está por otra cosa, que está para entregar y ampliar el mundo de la percepción de los seres humanos, y eso para mí esa es nuestra misión específica y trascendente, por lo tanto lo central de mi lucha teatral.

En "El Espejo del Alma /post-teatro" hay un esfuerzo  permanente por crear una nueva realidad. Lo que yo garantizo es que el público  se va a entretener mucho con algo distinto, con escenas e imágenes que a lo mejor  nunca han visto. Nosotros tampoco las conocemos ni las buscamos, simplemente va sucediendo, la vamos construyendo, nos vamos encantando con ella. Si a alguien le gusta conocer formas nuevas, expresiones distintas, bienvenido a nuestro teatro.

Ante la ausencia de texto, la parte rítmica aparece muy desarrollada en esta obra

Por mi formación, la música es que para mí la más consistente y ejemplar de todas las artes. Me interesa mucho lo rítmico y  todas aquellas cosas que no tengan que ver con ideas. Probablemente hay muchos referentes del arte contemporáneo también en la obra, y creo que el público que venga a ver "El Espejo del Alma / post-teatro" va a vivir un experiencia estética en el teatro, más que una experiencia narrativa o temática. Creo que es bueno que el teatro también reivindique esa dimensión y no quedemos siempre  prisioneros de las temáticas, de las ideas, de las ideologías, que a mi juicio han infectado al teatro como un virus, principal causa de su actual postración. El post - teatro es un serio y persistente esfuerzo por contribuir a  sanarlo.

 

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