Nuevos medios en la creación artística:

Néstor Olhagaray: "Es muy fácil caer en la lógica de la pirotecnia tecnológica"

Néstor Olhagaray: "Es muy fácil caer en la lógica de la pirotecnia"

Dos años lleva Néstor Olhagaray dictando el electivo de Videoarte a los estudiantes de la Licenciatura en Artes Plásticas. Un "ponerse al día", dice este docente del Departamento de Artes Visuales, que implica incorporar en la enseñanza del arte los instrumentos y soportes actuales que están siendo utilizados en la creación artística y, al mismo tiempo, "equiparar la iniciativa que significó la creación del Magíster en Artes Mediales que, paradojalmente, no tenía una resonancia en pregrado, cosa inhabitual en la relación entre pregrado y postgrado. Entonces, es crear esos espacios comunicantes", agrega Néstor Olhagaray, quien además es Coordinador del Magíster en Artes Mediales y Director de la Bienal de Video y Artes Mediales.

Para él, ese ponerse al día no es otra cosa que un problema de voluntad, puesto que, en términos de tecnologías, "no hay ningún inconveniente o impedimento para acceder a estas herramientas. Participamos, para bien o para mal, de una globalización tecnológica que tiene a Chile, a nivel de América Latina, como un país privilegiado, por lo que no hay excusas para no implementar este tipo de prácticas y enseñanza. Para mí, el mayor desafío es generacional, porque estas herramientas todavía asustan a quienes crecieron en otra cultura. Y a ello se suma que los productos de estas prácticas no participan de un mercado, porque en Chile no se han desarrollado del todo. En general, no se invierte en arte digital", dice.

Desde su perspectiva, ¿a qué podría deberse aquello de lo que da cuenta?

A muchas cosas, partiendo por el hecho de que es un soporte todavía inestable, porque no sabemos cómo va a responder en los sistemas en que se archiven. Además, son obras virtuales que no participan de un arte decorativo y que sólo se pueden leer a través de sistemas de reproducción, generando problemas de mercado, estéticos y también de autoría, porque en el arte digital es más difícil ser dueño del objeto en la medida que abunda la colectividad de trabajo en soportes que no son definitivos. Lo que pasa es que el soporte digital puede ser intervenido, y esa es una de sus gracias, como el desarrollo de la interactividad, por ejemplo, que se abre a la coautoría y a la reapropiación por el usuario. Entonces, trabajar en el arte digital el estatuto de autor atenta contra la pretensión de ser dueño de la obra y termina en gran parte con la vanidad del artista. Son innumerables los desafíos que plantean las prácticas artísticas digitales.

Mencionaba hace un momento que el problema era generacional. ¿Qué pasa entonces con las nuevas generaciones?

Lo que pasa es que este espacio de producción está presionado fuertemente por el enclave mercantil ingenieril de las herramientas que usa, como los hardwares y softwares, y el rol ideológico que ha tenido el marketing, el uso que le ha dado a la imagen con soporte digital, crea una confusión. La industria tecnológica que provee los hardwares y softwares para el desarrollo de este arte está ligada a una industria de mercado, por lo tanto, el prediseño ya está integrado a un sistema comercial con su debida ideología y estética. Entonces, el artista joven tiene que luchar contra eso y abrirse paso hacia categorías que todavía se están desarrollando. En definitiva, es difícil ser artista medial hoy en día, porque requiere acceder a tecnologías complejas, hacer la distinción respecto al uso mercantil de sus herramientas, y participar y colaborar en la configuración de un nuevo paradigma estético.

Pero, ¿hay un interés por trabajar en torno a lo que implicaría ser, desde su perspectiva, un artista medial?

Sí, porque, pese a las dificultades, las puertas que se abren son enormes. Por ejemplo, frente a toda la experiencia que hemos visto en la historia del arte para involucrar al lector, son las artes mediales las que han podido desarrollar más cabalmente ese espíritu. Cuando hablamos de interactividad, estamos hablando esencialmente de lo que se llama arquitectura de inmersión, instalaciones audiovisuales o multimediales que proponen una experiencia, un trayecto, una visualidad donde el lector muchas veces se transforma en el intérprete de la obra, y ése es un mundo tremendamente interesante.

Este fácil acceso a tecnologías que habría en Chile, ¿invita a los artistas a experimentar con nuevas tecnologías o las que necesitan son más complejas?

Cuando hablamos de los soportes y las herramientas tecnológicas en las artes mediales, siempre nos imaginamos lo más complejo en ingeniería cibernética y electrónica. Si bien eso es interesante -ha obligado a artistas a asociarse con ingenieros, a artistas a convertirse en ingenieros y a ingenieros convertirse en artistas-, también hay que decir que se puede trabajar en una línea más soft y, como siempre ha existido en el arte, trabajar un anti tech. Las artes mediales no sólo implican la alta tecnología. Hay muchos artistas que hablan de soft tech, que han recuperado aparatos obsoletos para realizar sus obras, y que van en contra de este avance tecnológico sofisticado.

¿Una postura crítica o incluso política?

Absolutamente. La única forma de distanciarse de las industrias tecnológicas, donde hay poderes políticos y económicos funcionando, es no usándolas, revirtiéndolas o demostrando que se puede hacer obras con bajo presupuesto y tecnología que no sea de punta. Dirijo la Bienal de Video y Artes Mediales, y en la IX versión pretendimos abordar esa problemática, de allí que el tema central fuera la resistencia crítica.

Es decir, ¿habría un interés por preguntarse sobre aquello que implicaría el uso de estas nuevas tecnologías, una conciencia crítica respecto a ello?

Yo creo que el pensamiento crítico que hemos podido desarrollar a través del Magíster y de la Bienal ha sido interesante y se ha recibido con entusiasmo. Estamos a la par con el pensamiento crítico que hay en otros países e incluso, dentro de Latinoamérica, somos parte del pensamiento de vanguardia en este sentido crítico. La gran pregunta es dónde está el estatuto estético, el estatuto de arte de estos productos artísticos, y hay una discusión constante respecto de dónde hay que buscar el estatuto estético. Estamos ante un arte que es dialogante, donde el sistema de lectura es tremendamente importante. El estatuto de la interfaz, que para el mundo mercantil es puramente un instrumento, en el arte es la obra misma, la obra como proceso. Ése es un elemento que está absolutamente ausente de las prácticas de arte tradicional y que, por lo tanto, se tiene que convertir en un paradigma estético del arte actual, del arte medial.

Pero algunas personas dicen que hay poca conciencia crítica respecto al uso de estos medios. ¿Qué le parece esa opinión?

En general, la corroboro. Por eso es que es arduo trabajar ideológica, tecnológica y artísticamente en este medio, y por eso es que creemos en los proyectos del Magíster, que tiene ese espíritu crítico. Son muchos los desafíos, de ahí que la actitud crítica sea tan difícil, así como luchar contra el sistema que tiene atrapados estos medios en el espectáculo.

¿Cuál sería la autocrítica respecto a ello?

Yo le echo la culpa a una falta de constitución de un paradigma fuerte en relación al arte actual, no solamente al arte medial. En general, nadie se atreve mucho a definir qué es el arte, entonces, un artista emergente que intenta relacionarse con el arte en general, tiene mayores inconvenientes. Es muy fácil caer en la lógica de la pirotecnia tecnológica, del espectáculo, del puro adorno. Además, por lo general está en manos de jóvenes que recién están abriéndose al arte, a la tecnología, y son más permeables a la moda y el mercado. Esos son los mayores inconvenientes. Pero la falta de distanciamiento crítico no sólo es propia de esta área, sino que es un problema mundial. Creo que ha retrocedido mucho la conciencia crítica en general en nuestro país.

Uno asume que ello se puede combatir a través de la reflexión. En ese sentido, ¿qué papel juega el Magíster en Artes Mediales?

Es nuestro desafío, nuestra apuesta. Dentro del Magíster estoy a cargo del taller de Tesis, donde se desarrolla la obra final y se intenta, a través de un diálogo permanente, demostrar que no se trata de crear un objeto, sino más bien un sistema de lectura, una relación de diálogo, de que la interfaz no es simplemente un sistema operatorio, sino que es parte de la obra. En general, la obra de artes mediales es un objeto de diálogo, por lo tanto, la estrategia, el recorrido, los desplazamientos a los que se proyecta someter al lector en términos simbólicos, físicos, perceptivos, tiene que considerarse como si fuera una secuencia que tiene un proceso. Estamos ante un arte que es más proceso que objeto, insistencias del Magíster que intentamos imponer para llevarlo al campo del arte.

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