Dictará charla en sede Las Encinas:

Luis Guerra: "Es mejor cuando un artista sabe a qué bando pertenece"

Luis Guerra: "Es mejor cuando un artista sabe a qué bando pertenece"

"¿Es aún posible trabajar en una práctica de arte desde la construcción de pensamiento? Esto es, desde la habitación de una disidencia inmaterial producida desde un habla desterritorializante, expresiva. Y ¿cómo se trabaja desde la resistencia al violento devenir discursivo del Capitalismo el cual hace uso del Arte como institución social y herramienta política de repetición y reproducción de su Sujeto, en tanto que artificio de administración de poder y máquina de dominación?" Ésas son sólo algunas de las preguntas que el artista visual Luis Guerra planteará en la charla "Sin Dios ni Ley", que dictará en el Auditorio de la Facultad de Artes, sede Las Encinas.

"Hay nociones de carácter pedagógico, pero lo que prima es básicamente el carácter político", responde Luis Guerra, también Magíster © en Artes Visuales de la Universidad de Chile, al peguntarle qué fue lo que lo motivó a dictar esta charla abierta a todo público y que se realizará el lunes 7 de junio, a las 12:00 horas. Y es que este hombre, que desde hace tres años vive en el extranjero -en países como Canadá, Noruega y Dinamarca-, lo ve como una oportunidad para compartir su experiencia con quienes se están formando como artistas y también como una responsabilidad social y personal de transmitir aquello que recibió de sus maestros mientras estudiaba la Licenciatura en Artes Plásticas.

"Yo tuve la suerte de formarme en un periodo en que esta Escuela tenía a algunos de los grandes tótems de la historia del arte como profesores. Por ejemplo, Alberto Pérez, quien te empujaba a cuestionarte constantemente, o Adolfo Couve, quien te exigía tener un máximo de educación para desarrollar tus nociones artísticas. Todo esto, reforzado después por algunos profesores del Magíster, me dejó como herencia el tener que hacer ese trabajo también, el hablar delante de otros y decir que estudiar arte no significa venir a clases y hacer los trabajos que te pidan, porque lo que exige el arte es tener una percepción más amplia de las posibilidades", explica Luis Guerra.

El abstract de esta charla está conformado sólo por preguntas. ¿Por qué?

No se puede preguntar sin saber cómo establecer la pregunta, porque sólo así puedes buscar una buena respuesta. Por eso es que el brief de esta charla está desarrollado en relación a las preguntas que yo me hago, y también al hecho de decir las cosas por su nombre. De allí que aparezca la palabra capitalismo tal cual, sin ser reservado respecto a una posición.

A mí me tocó vivir la crisis económica en Europa y ver cuán fuerte impactó en lo que se venía desarrollando anteriormente. El análisis que se hace afuera es que los ocho años de George W. Bush fueron una especie de dictadura elegida democráticamente, donde lo más fuerte que se produjo fue el silenciamiento de todos los procesos de carácter crítico-político que se desarrollaron a fines de los 90. Pero esta crisis abrió una oportunidad para volver a disponer todos esos discursos que habían quedado congelados, lo que ha generado un movimiento más consciente en el sentido de decidir en qué posición estamos y qué significa este cada vez más polivalente mundo. En lo que respecta al arte, la gran batalla es elegir finalmente cuál es tu lado, cuestión que tiene que ver con lo que dice Michael Corris, uno de los artistas de Art & Language en los 70. Lo conocí hace poco y él reafirmó su posición, que lo político es la forma y no el contenido. Parece simple decirlo, pero son las palabras las que están muy bien ocupadas. Hemos sufrido un oleaje, por decirlo así, de alto contenido político, pero con formas que son absolutamente conservadoras y que mantienen la estructura capitalista del funcionamiento del mercado del arte.

¿A qué te refieres específicamente?

Lo más impactado por la crisis económica fue el mercado del arte. Ir a algún museo en Europa hoy significa estar casi en Disneylandia, porque las curatorías tienen carácter de espectacularidad y entretenimiento. Estas grandes exhibiciones que van paseando por los museos tienen como moneda de cambio a los seguros; ése es el negocio y el por qué de estas exhibiciones. El caso más evidente es el de Damien Hirst y su calavera de diamantes. El mito dice que es tan cara que nadie la puede comprar, entonces él y sus sponsors tienen un porcentaje de la calavera por presentación en museos. Yo vi la Calavera en Amsterdan -al lado del museo se pone una gran tienda con llaveros, tacitas y poleras-, y es una exhibición tremendamente pobre: el brillar de la Calavera, totalmente iluminada. Es cierto que son muchas las asociaciones que se pueden hacer entre una calavera y diamantes, pero el problema no es ése, el problema es la forma porque el contenido puede ser rellenado como quieras. Si pones una carpa donde estás vendiendo llaveros con la foto de la calavera, estás constituyendo la misma figura conservadora de cómo se tiene que entender un museo y cómo se tiene que consumir el arte.

Pero tú estabas consciente de eso y aún así la fuiste a visitar.

Ése es mi trabajo. Para la última exhibición a la que me invitaron en Chile envié un pdf descargable de la nueva Constitución de Bolivia. Puedes hablar cualquier cosa de eso, pero lo divertido es que nadie había leído el texto, porque me preguntaron si había escrito la Constitución o si era una ironía. Les comenté que si uno entra a la Subsecretaría del Gobierno de Bolivia está el pdf descargable, pero el problema es que no hacemos ese ejercicio. Yo me leí la Constitución de Bolivia y otros documentos también, incluido algunos discursos de presidentes gringos. Entonces, hay un trabajo en la forma, deshaciendo el contenido, porque el contenido siempre puede ser rellenado. Por eso el brief está lleno de preguntas y no necesariamente respuestas, porque las respuestas se van a ir dando en el proceso de tratar de contestar la pregunta.

¿Las respuestas a las preguntas que planteas también forman parte de esta charla o sólo se trata del continuo cuestionamiento?

La respuesta es la propia pregunta, porque teniendo una buena pregunta siempre van a aparecer posibilidades de una buena respuesta. Obviamente hay respuestas prácticas que pasarían al ámbito de la forma plástica, visual, pero el problema es que no necesariamente ellas, las obras o lo que supone respuesta plástica, son materialmente visibles o fotografiables. Entonces mantengo ese ámbito sin definición, porque la obra puede ser salir a la calle, conversar...

¿Ir a ver la calavera de Damien Hirst?

Haber entrado a ver la calavera o hacer cosas más largas también. Respecto a esto último, creo que hay un problema en la educación de arte en toda Latinoamérica, y es el hecho de que se ha desvinculado la producción de arte con la noción y la conciencia de tiempo. Es decir, para pintar como Caravaggio o Velázquez tenemos que hablar de seis años de trabajo para una pintura, cuestión que era rentable en esa época pero no ahora. Y esa no rentabilidad ha sido transformada en una educación de arte que supone hacer obras instantáneas, que vayan inmediatamente al mercado, deshaciéndote el espacio de tiempo que necesitan algunas de las obras. Ello, a pesar de que la obra debe contener cierta cantidad de tiempo también porque, aunque parezca hippie, hay una consideración de energía implementada en el interior de esa forma: Si tú obra se demoró 10 años en acontecer, hay 10 años aconteciendo constantemente en la obra.

Hace un rato mencionaste que la crisis había posibilitado el resurgimiento de algunos discursos que habían quedado congelados. ¿Eso lo ves también en Chile?

Mi sensación es que en Chile el duelo no se ha hecho bien, y eso es algo que también me interesa como trabajo artístico, porque creo que toda la historia del arte necesita volver a hacerse. Deleuze y Guattari dicen que hay que matar al general interior, y eso funciona muy bien para los chilenos y latinoamericanos porque quedamos con la tara de tener un general adentro y nos gusta tanto la dictadura que cada vez que se componen reestructuraciones de carácter democrático vienen dictaturizadas. Por ejemplo, desde que tenemos democracia que los directores de los museos son los mismos. Eso no puede ser porque los museos deberían ser los primeros espacios donde pudiésemos elegir democráticamente a quienes los dirigen. Sería increíble que la gente en Chile pudiese elegir a quien va a desarrollar finalmente las políticas de carácter público cultural y crítico económico-político en lugares como museos y centro culturales públicos, porque ése es nuestro espacio público, el que además tiene un carácter importantísimo en términos simbólicos para la sociedad.

Y respecto a los bandos de los que hablaste, ¿cuáles serían?

Eso tiene un carácter profesional. Si entendemos que la forma es lo político y decides que vas a ser escultor, estás decidiendo algo bastante específico. Después tienes que elegir qué clase de escultor vas a ser. Si vas a seguir haciendo piedra está bien, pero tienes que saber que tiene un carácter conservador. Ahora, no estoy diciendo que eso esté mal, sino que hay que tener claro hasta dónde puedes llevar el ámbito crítico si sigues trabajando en ese sentido. Un ejemplo, que no he estudiado mucho pero que estuve leyendo en uno de los libros del Departamento de Artes Visuales, es el de Sergio Cerón. Él trabaja con una forma que podría ser considerada en términos conservadores, pero el modo en que dispone la obra hace que ésta se abra al contexto público en que está insertada. Ése es un punto. Y lo segundo es que hay que tener una postura clara, porque tengo la sensación de que el mercado del arte te empuja a esconder tu posición política. Y no estoy hablando de política partidista, sino de política como huella humana, de tener una opinión respecto a cómo debiese ser la sociedad en que te estás desarrollando. Por eso creo que es mejor cuando un artista sabe a qué bando pertenece. Así no se confunde ni se autoflagela en entregarse o no al mercado.

¿El mercado es necesariamente uno de estos bandos?

Cuando hablo de mercado me refiero a este círculo cerrado de seguros y recursos, pero también me puedo referir al mercado completo, que es el intercambio de tu trabajo por los recursos que te van a permitir tener una vida y que a veces necesitas para desarrollar algunos de tus trabajos. Entonces, habría que diferenciar si el enemigo es solamente el mercado como un segmento que te obliga a tener que hacer cierta clase de trabajos artísticos para no molestar a ese sistema o no.

Dicho eso, hay que agregar que tampoco es fácil entrar al mercado, incluso haciendo buena pintura, porque el mercado no se regula por condicionantes estéticas, sino por condicionantes de mercado: mayor o menor publicidad, buen o mal vendedor, contactos. Lo importante ya no es el sujeto con capacidad de pintar bien, sino que pertenezca a ese ámbito. Por eso es necesario percatarse de si se pertenece o no a este círculo, y tomar una posición al respecto. A eso me refiero con tener que elegir, porque mientras antes definas, mayor claridad tienes para saber adónde quieres ir.

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