Opinión:

A 40 años del golpe militar: las artes y la cuestión social

A 40 años del golpe militar: las artes y la cuestión social

El golpe de Estado en septiembre de 1973 acontece en un contexto de máxima intensidad ideológica, en que los procesos sociales, políticos e históricos que vivía el país cruzaban todos los ámbitos de la vida ciudadana. En ese tiempo convulsionado que caracteriza al país durante el gobierno de la Unidad Popular, el ámbito de la representación constituye el terreno fundamental para un conflicto ideológico que comprendía no solo diferencias radicales en materias sociales y económicas, sino también diferentes concepciones de la historia y del rol de los sujetos en el presente. Es claro que en ese contexto las artes tuvieron un protagonismo fundamental, tanto dentro como, especialmente, fuera de los espacios universitarios.

De lo anterior se sigue el hecho de que la dictadura militar se propuso desde un comienzo acabar con la bullente actividad artística y cultural en la que se expresaban ideas y deseos que tenían a la sociedad y la historia como su asunto. Se trataba de eliminar en la producción artística todo signo de diferencia y a todo sujeto de lenguaje que diera cuerpo a representaciones divergentes; en suma, el conflicto en todas sus formas de expresión debía ser erradicado. En este marco se emprendió también la tarea de "despolitizar" la universidad y disciplinarla conforme a imperativos nacionalistas. La Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile fue allanada; prácticamente la totalidad de los miembros de la Compañía del Teatro Nacional fueron despedidos; casi la mitad de los estudiantes de la Escuela de Teatro de la Universidad de Chile abandonan la universidad; se exige un impuesto del 22% sobre el ingreso bruto por venta de entradas para cualquier espectáculo; etc.

Durante la dictadura la censura y la autocensura operan en el espacio público pero, como sabemos, el dolor ha conducido siempre a los seres humanos hacia el lenguaje, para dar un cuerpo expresivo no sólo a sus padecimientos y angustias, sino también a los anhelos de un tiempo diferente. Aunque los intentos por reflexionar la situación del país desde las artes nunca estuvieron del todo ausentes en la Universidad, importantes iniciativas artísticas se gestan fuera de los espacios universitarios, proyectos y acciones que hoy constituyen hitos en lo que fue la historia de las artes en el Chile de aquellos años. De una parte, el tratamiento "oficial" del imaginario social se desarrolla en función de la seguridad y el mercado, expandiéndose de manera inédita el campo de acción de la televisión; de otra parte, una cultura "subterránea" prolifera en talleres, peñas, compañías artísticas independientes, iniciativas editoriales, etc.

¿Cuál es la situación actual de las artes, cuarenta años después del golpe militar y transcurridos trece años desde el fin de la dictadura, habiendo sido sometido el país a procesos de "modernización" cuyo itinerario exhibe tanto éxitos económicos como paradojas políticas y altos índices de desigualdad? Chile es hoy un país difícil para los chilenos. Es un hecho que el mercado y ciertos criterios de circulación internacional constituyen en general una fuerte condicionante para la producción y promoción de las artes. Es necesario, entonces, preguntarse si acaso la condición universitaria de las artes en la Universidad de Chile hace una diferencia. Nuestra institución se encuentra hoy sometida a la tarea de alcanzar la total acreditación de sus programas, una indexación de sus publicaciones en las primeras categorías, índices de visibilidad que la destaquen respecto a la competencia, etc. Estas tareas son actualmente, por cierto, insoslayables. Nuestra pregunta: ¿cuál el lugar de las artes en la universidad que hoy estamos construyendo? Acaso el campo de producción y reflexión artística sea hoy un lugar fundamental desde donde pensar la relación de la Universidad pública con la cuestión social. 

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